Roberto Arias
Acaba de pasar la Navidad y el día de hoy se celebra el día de Los Inocentes, relato que nos cuenta cómo Herodes que reinaba en Jerusalén mandó a matar a todos los niños de 2 años para abajo, con la intención de matar a Jesús siendo niño; pero Jehová había avisado a José que tomara al niño y a su esposa y se fuera inmediatamente a Egipto hasta nuevo aviso, con la intención de librar al niño de la masacre que haría Herodes para asesinarlo.
Regresando al tema, habiendo pasado la celebración de Navidad, me atrevo a escribir sobre el hecho de que el hombre de la barba blanca, el traje rojo y el gorro con pompón que se enmarcan como algunos de los rasgos más famosos de un hombre bonachón que ameniza las Navidades con sus regalos, no es más que un mito construido para utilizarlo comercialmente, lo que ha dado excelentes resultados a los industriales y comerciantes en una buena parte del mundo.
Santa, Santa Claus, Papá Noel… Este personaje típico de la Navidad tiene muchos nombres. Sin embargo, el verdadero nombre del mito es Nicolás de Myra, un obispo cristiano de orígenes turcos en el Siglo IV. Pasó gran parte de una vida dedicada a los demás. Después de que sus padres fallecieran, Nicolás de Myra repartió todos sus bienes entre los más necesitados y comenzó su carrera en el sacerdocio.
Según cuentan las historias Nicolás regaló una bolsa de oro a tres mujeres sin recursos cuando cumplieron la mayoría de edad. Para ello, el sacerdote se coló por la ventana y puso la bolsa en las calcetas de las niñas, calcetas que se secaban cerca de la chimenea. Fue entonces cuando comenzó a fraguarse la leyenda de Papá Noel.
Pasaron muchísimos años desde los actos de San Nicolás y la leyenda de Papá Noel ha ido perdiendo forma. Y fue hasta el año 1930 cuando se creó el Papá Noel que conocemos hoy en día. Todo ello gracias a Coca Cola que adquirió los derechos de este personaje y comenzó a utilizarlo en sus anuncios publicitarios. Para ello, se asignó el típico traje con el que conocemos actualmente a Santa Claus, obviando así el color verde que venía siendo habitual en sus ropajes. con el paso del tiempo. La clave de estos cambios radica en el año 1624 cuando la imagen de Santa Claus llegó a Estados Unidos procedente de Holanda. Un país en el que el escritor Washington Irving decidió acabar con el nombre popular holandés (Sinterklaas) para convertirlo en Santa Claus.
Coca Cola se vendía muy poco en los gélidos inviernos del norte de América, pusieron a niños invitando a Santa Claus a una Coca Cola, la cual éste bebía con gusto y, este anuncio disparó las ventas de Coca Cola hasta las nubes, incluso en esos gélidos inviernos, siendo esta una bebida refrescante… Fría.
Estos anuncios puede verlos el distinguido lector constantemente en la televisión. Los mercadólogos y los expertos en comunicación trabajaron de la mano para hacer funcionar la idea.
Esta publicidad para Coca Cola en este artículo… es gratuita para ellos. El tema lo demanda.