Aparte del esfuerzo del gobierno por acabar con la lucha contra la corrupción, sin duda que el tema de la migración hacia Estados Unidos marca este 2019 que está por fenecer, no sólo porque se incrementó el flujo de guatemaltecos viajando para encontrar una oportunidad que su patria les niega, sino porque nuestro gobierno decidió someterse a Trump para firmar documentos de un misterioso acuerdo migratorio que convirtió a nuestro país en un Tercer País Seguro a donde serán enviados aquellos solicitantes de asilo para que aguarden, aquí, la resolución norteamericana.

Hay que decir que actualmente, con los solicitantes en su propia tierra, el trámite de los asilos en Estados Unidos toma más de un año, por lo que no teniendo la presión de resolver los casos rápidamente se puede suponer que tomará mucho más tiempo el procedimiento. Pero es que en el fondo lo que la Casa Blanca pretende no es la atención de tales solicitudes, sino su propósito es regresar a los que entran buscando asilo para que, desesperados por la inseguridad y la nada que puede ofrecer el “país seguro”, desistan de la gestión.

Los migrantes guatemaltecos marcan este año por muchas cosas, pero hay que destacar el significado de sus aportes a la economía nacional que depende de las remesas en forma extraordinaria, al punto de que se les considera el motor de nuestra actividad comercial. Pero, como compensación, han sido ignorados deliberadamente por nuestras autoridades que piensan más en cómo complacer a Trump que en la cada vez más complicada situación que viven.

Y por supuesto que las condiciones han variado en los últimos tres años, porque es notorio el incremento de los sentimientos racistas que emanan desde la misma Casa Blanca con políticas de desprecio al migrante, al que Trump insiste en llamar criminal y mala persona, proyectando entre sus seguidores esa idea de que no siendo inmigrantes de raza blanca, que estiman superior, no tienen los mismos derechos ni las mismas calidades.

Siempre la ruta del migrante ha sido peligrosa pero más ahora que encuentran renovados obstáculos en el camino y la muerte es también signo de la migración, como lo hemos visto especialmente con la muerte de niños sin que nuestro gobierno eleve ninguna protesta ni exprese su respaldo y apoyo a esa esforzada comunidad.

Es preciso, al finalizar el año, expresar a todos y cada uno de los migrantes que al ayudar a sus familias ayudan a todo el país, un enorme agradecimiento y reconocer el fruto de su esfuerzo y dedicación.

Redacción La Hora

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