Danilo Santos

Mientras a muchos se les va la vida en las luchas que tienen masivas audiencias virtuales y efímeros momentos de gloria, quizá lo que valga en realidad la pena son las luchas pequeñitas y sin estridencias. Mientras más bulla, más la desconfianza; ya no se sabe si es el ego el que mueve las banderas o realmente se tienen motivos en la Guatemala profunda, allá donde no se ha cambiado de siglo y las niñas y niños se mueren como moscas y por más que se inunden los rincones más lejanos de predicadores y narcos y matones, Dios y el Estado no llegan. Tanto tiempo desde el 54, menos, pero todavía mucho desde el 96, y todavía menos pero aún mucho, desde el 86: y los motivos sobran. Quizá hay que empezar por reinventar desde abajo y desde adentro, olvidarse de los partidos políticos, igual, realmente no existen. Empezar de nuevo, escuchando en lugar de evangelizando, organizando en lugar de instrumentalizando, empezar de nuevo con sueños grandes, aunque nos digan que no son posibles. Las décadas van pasando, y los siglos, y el país sigue el curso de los patrones y las ideas unipolares de occidente. Quizá haya que perder el miedo a salir de la cotidianidad, sacudirnos el espanto, regresar al nosotros, colectivo, humano, real; y dejar un poco la mentirosa amistad virtual y a la más mentirosa lucha en la web. Guatemala es hoy “una jornada de su propia historia”. Las luchas colectivas pueden dar cauce al futuro todavía, desplazar a los arlequines, a los caporales, a la oligarquía y si la burguesía no sabe hacer alianzas, también a ella. Este país no existe sin su gente, sin sus élites sí que puede existir. Nuestras luchas chiquitas son las que no dejarán morir la esperanza y las ilusiones de que todo puede ser mejor en este páramo. Sin nuestras luchas pequeñas todo puede ser peor.
Se va el señor Morales, siendo la vergüenza de los verdaderos demócratas, de los verdaderos políticos, de los verdaderos religiosos, de los verdaderos ciudadanos. Se va, dejando una estela de desaciertos dignos de un “outsider” que ha hecho más daño a la política, los políticos y los partidos, que el propio Otto Pérez Molina y compañía. El circo no salvó a Guatemala, el mal circo de un mal payaso. Menos las “Moralejas” de un peor filósofo. Hoy somos un país menos viable que hace cuatro años y, de ser un ejemplo de lucha contra la corrupción pasamos a ser un mal ejemplo de sistema político a ser estudiado por las ciencias sociales. Se viene un Presidente prefabricado en la derecha, en los cálculos Republicanos, en los laboratorios de unas pocas familias. Quizá es tiempo de juntar luchas pequeñitas de asalariados, indígenas y campesinos. Quizá sea tiempo de dejar solas a las élites. A todas. Y sumar luchas pequeñitas, reales, sentidas.

Estamos llenos de derrotas, sí, pero estas nos han formado, nos han dado experiencia y nos permitirán nuevas opciones en la construcción “de una vida hermosa”.

Danilo Santos

dalekos.santos@gmail.com

Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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