Raúl Molina

“Chile despertó”, es la consigna más firme y generalizada en dicho país; también despierta el continente, si bien los tiempos de liberación serán distintos. Este año, la región de América Latina y el Caribe ha padecido tormentas políticas, algunas generadas por sus pueblos y otras por las clases dominantes en alianza con el imperio estadounidense. Las agresiones contra Venezuela han sido constantes, con acciones violentas alentadas por Guaidó, el despiadado bloqueo económico de Estados Unidos y su amenaza de intervenir militarmente, y las maniobras diplomáticas coordinadas por Almagro en la OEA, para acosar al gobierno. Frente a la presión de Washington, Bolivia y Uruguay mantuvieron su consecuencia con el pueblo venezolano y ambos lo han pagado, ya que terminan el año en manos de la derecha. No obstante, las tormentas de los pueblos han impedido que toda la región pase a ser instrumentalizada. México ha concluido su primer año bajo el gobierno de Morena, la fuerza progresista que llevó a la presidencia a López Obrador; sin confrontaciones, este país ha sido firme, con una política exterior congruente con sus principios y valores históricos, resistiéndose a la manipulación imperial. Importante también ha sido la reciente victoria del peronismo en Argentina, para poner fin a los años de descalabro económico y deterioro político durante el gobierno de Macri. Tampoco le han salido bien al imperio otras maniobras para conseguir regímenes complacientes, como Moreno en Ecuador, en donde los pueblos indígenas y sectores progresistas lograron rechazar las imposiciones del FMI, y Bolsonaro en Brasil, que es ya un fracaso, tanto económico como político.

Nadie esperaba las explosiones sociales de Chile y Colombia, particularmente la primera, por ser el “modelo neoliberal” por excelencia, que estaba controlado por un sistema político “moderado”. El estallido social a partir del 18 de octubre -contra la Constitución vigente, que restringe la vida política y económica, y contra el modelo neoliberal- tomó a Washington por sorpresa. Vino a destruir el intento de “integración por la derecha” y, más bien, ha enviado olas de rebeldía por el mundo; han sido retomadas por Colombia y reenergizadas en Honduras y Haití. No se trata de una conjura “comunista”, pero sí de la explosión social prevista por Marx al llegar la situación social y económica a su límite. La respuesta imperial ya se ha visto en Bolivia, en donde Trump, la derecha local y las fuerzas armadas tomaron la decisión de arrebatar el triunfo legítimo de Evo Morales en las elecciones del 20 de octubre. La nueva táctica es perseguir judicialmente, con cargos inventados, a las y los potenciales dirigentes de movimientos progresistas o, al menos, honestos. Le preocupa a Trump que Lula esté libre en Brasil y se inventan acusaciones contra Thelma Aldana, Rafael Correa y Evo Morales. Además, el imperio presiona mediante sanciones a familiares de funcionarios de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Genera esperanza, sin embargo, que el imperio haya perdido el control total de la región y que los pueblos estén asumiendo su destino y la defensa de su soberanía.

Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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