Mariela Castañón
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El pasado domingo fue ejecutado en la Granja Penal Pavón, el exdiputado Manuel de Jesús Castillo Medrano, sentenciado a 203 años de cárcel por ser el autor intelectual del asesinato de cuatro personas, un piloto y tres diputados al Parlamento Centroamericano (Parlacen).
El asesinato de Castillo se suma a tantos casos como el de Byron Lima, quien era considerado como el “dueño de las prisiones”, así como el secuestrador Jorge Mario Moreira, alias El Marino.
En estos y otros asesinatos ha existido permisividad o complicidad de las autoridades para ingresar armas de fuego, pero no solo es esto, también autorizan la entrada de personas, drogas, teléfonos y cualquier objeto que no está permitido en la Ley del Régimen Penitenciario y Ley de Equipos Terminales Móviles.
Es lamentable que la historia se repita todos los años, sin que existan controles o formas de administrar las prisiones. Los asesinatos ocurren dentro de un espacio estatal, que debería tener el control, pero definitivamente el Sistema Penitenciario no lo tiene.
También es cierto, que el Sistema Penitenciario no es la única entidad responsable de este descontrol, porque otras entidades como el Ministerio de Gobernación, el Organismo Judicial y el Congreso de la República deberían trabajar en conjunto para buscar mecanismos que ayuden a resolver este problema como la planificación de la infraestructura a corto, mediano y largo plazo, descongestionar el sistema judicial que provoca burocracia, asignar recursos y comprometerse con un problema que es de todos.
Este 2020 cambian algunas situaciones, al menos en la representación del Congreso y del Ejecutivo, que considero hay que dar el beneficio de la duda y también exigirles que se comprometan a priorizar el tema carcelario.
Algunas diputadas son personas con experiencia en la gestión pública y con conocimiento de las experiencias en seguridad, de esas personas se tienen expectativas. Es verdad que solas tampoco podrán trabajar, por eso se esperaría un compromiso de todos y todas.
Es necesario que el tema carcelario deje de verse solo como un problema de los privados de libertad, sus familias y el Sistema Penitenciario, reitero que es un tema de todos. Cualquier persona puede llegar a una cárcel por un accidente de tránsito o un error de las mismas autoridades. Todos queremos seguridad y bienestar para nosotros y nuestras familias, pero con un sistema carcelario como el actual donde no existen condiciones de seguridad para nadie, no se puede avanzar mucho.
Tengo más de once años en la cobertura del sistema carcelario y desde ese tiempo no he escuchado ninguna propuesta seria, objetiva y transparente para atender el tema, por el contrario, solo ha habido intentos (algunos buenos, pero no han continuado), en otros corrupción e intereses personales.
Cuando empecé a trabajar como periodista recuerdo que había alrededor de 11 mil privados de libertad, once años después hay 25 mil 303, sin ninguna propuesta que permita atender infraestructura o cambios profundos.