Juan José Narciso Chúa
El mes de diciembre es sumamente particular, primero porque es el último mes del año, segundo, porque para muchos constituye la fase final del trabajo y con ello el paréntesis de descanso más agradable en el año; y, tercero, porque se vincula con la fiesta de la Navidad y el fin de año. Todo ello ocurre en el marco propicio para un ambiente festivo que es aprovechado para el reencuentro, la reunión, la convivencia y la fiesta en general.
Este entorno agradable recrea un tiempo que permite la celebración más íntima en términos de qué dejó el año que termina, haciendo el balance de sumas y restas, haciendo planes para un mejor año, pero en el marco de la Navidad que en su esencia es la conmemoración del nacimiento de Jesús.
Para nosotros los gualtemaltecos sin duda es la fiesta más importante del año y aunque concluímos un año que coincide con el fin de uno de los gobiernos más lesivos de nuestra historia en materia de que se destruyeron esperanzas, se recrearon las decisiones más perversas y se aglutinaron los grupos criminales en el marco de corruptos e inicia un nuevo régimen, que a partir de las decisiones más evidentes, no depara un mejor futuro.
Pero igual, aunque no nos durmamos en nuestros laureles, es necesario retomar el sentido profundo de la Navidad cuando nace un personaje que viene a cambiar el sentido de la historia, modificando con su palabra los aspectos más sensibles del ser humano e intentó modificar el derrotero de la humanidad con su palabra, sus actitudes y sus acciones, así como estableció una nueva era en la humanidad.
La Navidad es una fiesta a la vida, es un paréntesis para el cambio, pero también implica el rompimiento pacífico con uno, con su vida y con el entorno de la existencia, que lo coloca como un ser sensible y dispuesto a modificar todas aquellas cosas que nos dañan, pero que incluso vas más allá de nuestra propia privacidad, si no nos obligan a vernos en una sociedad distinta, tal como Jesucristo propició en su corto período de tiempo de vida terrenal.
El ejemplo de un nacimiento en condiciones muy difíciles y limitadas, nos muestra a una pequeña familia que busca el alumbramiento de su hijo, bajo el cobijo de una cueva plagada de condiciones insalubres, pero se las arreglan para dotar a su primogénito de un pequeño pesebre para su nacimiento.
A partir de este humilde origen, el personaje de Jesucristo delinea su vida para motivar cambios profundos en una sociedad que se mueve entre la aprobación y el rechazo, pero él sigue, se muestra como es, como un ser humano iluminado, que recrea tiempos distintos, que motiva llegar a las fibras más íntimas y sensibles de cada individuo para motivar a ser distinto, a ver distinto, a actuar distinto.
La esencia de la Navidad es justamente eso, concitar la reflexión más profunda, más interna y más crítica de cada uno para el cambio de uno mismo, de la familia, de amigos y de su propia sociedad. Es importante no olvidar la sustancia de la navidad, celebrando ciertamente, coincidiendo, convergiendo, perdonando, disfrutando de familia y amigos.
No se puede dejar de evocar a aquellas personas que nos dejaron, pero que siguen siendo una luz en la oscuridad, aquellos a quienes recurríamos para resolver dudas, con quienes nos sentábamos a disfrutar de su presencia y agradecer por la oportunidad de ponernos en la vida, así como de todos aquellos que con su apoyo nos generan luz en nuestra vida diara. Feliz Navidad para todos.