Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

post author

Francisco Cáceres Barrios
Caceresfra@gmail.com

Para iniciar el presente comentario permítaseme hacer mías las palabras del Papa Francisco, pronunciadas el 1 de diciembre de 2013, cuando dijo: “Este camino no se acaba nunca. Así como en la vida de cada uno de nosotros siempre hay necesidad de comenzar de nuevo, de volver a levantarse, de volver a encontrar el sentido de la meta de la propia existencia, de la misma manera para la gran familia humana es necesario renovar siempre el horizonte común hacia el cual estamos encaminados. ¡El horizonte de la esperanza! Es ese el horizonte para hacer un buen camino.”

Y es que resulta ad hoc para la situación por la que hoy estamos pasando en Guatemala, en donde a la población no nos queda otra que tomar el espíritu de este mensaje para comenzar de nuevo en busca del bien común, pues resulta imposible que vayamos a seguir haciendo lo mismo, por ejemplo, legislar para beneficiar a los delincuentes, en vez de castigarlos ejemplarmente, como sentar buenos ejemplos para quienes vienen detrás de nosotros; ya no podemos soportar, ni permitir que se siga gobernando al país como si se estuviera haciendo una parodia para la televisión, vistiéndose el primer mandatario un día de marinero, el otro con gorro de kaibil o con uniforme militar de combate; tampoco podemos seguir viendo como toda una Sala de Apelaciones del Organismo Judicial dicta resoluciones con el exprofeso propósito de permitir que continúe imparable campeando la corrupción en nuestro país.

Por eso es correcto decir que este camino no se acaba nunca, porque cada día o mejor dicho, cada instante, aparecen dentro de las decisiones trascendentales para hacer un buen gobierno verdaderas monstruosidades que siguen permitiendo contar con una infraestructura que por el lado en donde se le mire, solo sirve para ponerle obstáculos a nuestro desarrollo; que en pleno siglo veintiuno no tengamos políticas públicas claras y contundentes que conlleven terminar en corto o si mucho a mediano plazo la desnutrición infantil; mejorar la salud pública en todos sus campos pero, fundamentalmente en el preventivo o que los resultados de las pruebas de calidad y eficiencia educativa demuestren cada año que se practican que estamos muy lejos de obtener los buenos resultados consecuentes a los constantes incrementos e incentivos salariales del gremio encargado de su desarrollo.

Estamos al final del último año del gobierno de Jimmy Morales, que entre las mejores calificaciones podemos asegurar no mejoró en nada a los precedentes, sino al contrario, continuó la precipitada caída al barranco a donde nos han llevado los gobiernos posteriores al año 1985, cuando se inició la llamada “primavera democrática”, por lo que debemos volver la vista hacia el horizonte de la esperanza para encontrar el mejor camino del progreso y desarrollo de nuestro país. De ahí nuestra invitación para que dejemos de lado el pesimismo al que las circunstancias nos ha llevado para volver a levantarnos. ¡Es que no queda otra!

Artículo anteriorRecobra vigencia el proceso “acelerado” que pretende eliminar el Secreto Bancario
Artículo siguienteLa ideología usada como coraza