El nuevo informe del Desarrollo Humano presentado hoy por el PNUD señala a la desigualdad como causa de las protestas sociales y conflictos que se han presentado en los últimos tiempos, lo que permite entender cómo es que países que han mostrado sostenido crecimiento económico y hasta éxitos en la reducción de la pobreza, viven explosiones provocadas por el descontento de la población. En otras palabras, advierte el organismo de Naciones Unidas relacionado con el desarrollo humano que no basta el crecimiento económico ni es suficiente la estabilidad, aún en casos en los que las políticas sociales han permitido reducciones importantes en los índices de pobreza, puesto que la percepción ciudadana que sirve de detonante social es la desigualdad.

Por supuesto que ello nos deja, a los guatemaltecos, teóricamente, en peores condiciones porque aquí ni siquiera hemos logrado reducir la pobreza y los niveles de desigualdad son patéticos y abrumadores. En países donde ha habido inversión social en salud y educación, como el caso de Chile, la ciudadanía se volcó a las calles cuando entendió que el cacareado milagro económico estaba concentrando más riqueza y bienestar en pocas manos, dejando atrás a inmensos sectores de la población.

Y decimos que teóricamente porque para fortuna de los que acaparan el bienestar, nuestra gente se ha quedado tan atrás que no tiene fuerza ni para reclamar sus derechos y exigir políticas públicas que atiendan sus necesidades. El caso de la desnutrición crónica que afecta a la mitad de nuestros niños sería un detonante terrible en países donde la ciudadanía entiende lo que está pasando y lo mismo puede decirse de las carencias tremendas en educación y en salud, no digamos vivienda y acceso a servicios tan básicos como agua potable y desagües.

Si la desigualdad es el problema, aquí algunos deberían de poner su barba en remojo porque Guatemala es uno de los países del mundo con mayor índice de inequidad social. El informe del PNUD debiera ser objeto de profundas reflexiones para entender que no estamos generando un modelo sostenible y que, tarde o temprano, nos va a pasar factura el descuido secular que tenemos ante los más graves problemas sociales y las más agudas necesidades de nuestra gente.

De no ser por la migración, cada vez más difícil y peligrosa, Guatemala sería desde hace tiempo un polvorín pero a punta de remesas se va calmando el clamor de la gente porque medianamente puede ir atendiendo sus necesidades gracias a lo que envían sus familiares que se parten el alma en Estados Unidos.

Redacción La Hora

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