Alfonso Mata
– La tele y los periódicos dicen que los negocios de los de arriba y en medio van mal, estancados; pero yo creo que van bien.
-¿Por qué? profe.
-No hay bochinches, las cosas parecen tranquilas y las luchas políticas y el desasosiego de algunos es pura vitalidad. Igual sucede en los hogares.
-¡Mentiras profe! no se vive satisfecho ni con prosperidad.
-Y entonces ¿por qué crees que estamos cansados y rendidos?
-El riesgo de hacer algo es poco rentable y esforzarse por otros es casi imposible, inútil y poco práctico incluso peligroso, profe-. Cualquier cosa que se quiera hacer nueva, se condena al instante y maestros y padres solo nos dicen: Interesante pero imposible llevarlo a la práctica.
-¡Mijo! no me gusta la organización del Estado ni la forma de hacer gobierno, ni la forma de funcionar de las instituciones, pero no tengo substituto para ellos.
-A mí –responde el estudiante-, no me gusta cómo se hace, invierte y usa el dinero; cómo se educa y se controla la violencia; cómo se legisla y hace justicia. Todo el funcionamiento de instituciones y gente provoca abundantes tragedias y males.
-No veo por dónde va arriar el nuevo gobierno. La señal parece que vendrá de arriba o de otro lugar.
-Hay muchos huevos, pocas agallas y menos gente dispuesta. La fuerza del Estado es más grande, no les llegamos al precio.
-¡Mijo! cuando el dinero fluye de las manos de los poderosos a saciar el hambre de los políticos, que nunca se sacian, la cosa no se puede romper…
-y que la gente se joda y robe…
-¡Así ha sido mijo! y seguirá siendo, solo hay que acostumbrarse.
-Usted dice que es posible cambiar, pero no práctico.
-¡Sí!, la mayoría de gente puede mantener como le parezca su cultura, modo de pensar, hábitos, pero los créditos, el dinero, los limita; son sus tiranos. El dinero sanea a pocos y enferma a muchos. El dinero compra voluntades y a la mayoría no nos permite ir más allá de un deseo de poseer. A ustedes, los estudiantes, la universidad los desarraiga de sus hogares y de sus pueblos. Les muestra un mundo diferente con la promesa de un puesto, un salario y un status: poder y dinero. En los recintos universitarios, el muchacho es libre de vociferar, denunciar, manifestarse, descubrirse él y sus puntos de vista y experimentar la sensación de libertad y aliviar tensiones, aunque a nosotros los padres nos dejan con la carga del pisto. Pero un día, sin previo aviso, están listos para aceptar conformidad, obediencia, fidelidad y muy pocos, por lo que he visto, parecen felices.
-La verdad vivimos en una tira y encoge, somos vasallos, subalternos. Cada momento es lucha de unos contra otros para impedir que nos hundan. Sentenciamos nuestra propia muerte
.
-¡No mijo! nacemos sentenciados. Tarde o temprano chocamos con la sociedad y el Estado y debemos pasarnos la vida jugándoles la vuelta. Eso es lo que tienes que aprender.