Cartas del Lector

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Edgar Villanueva
edgarvcolumna@gmail.com

Esta semana los medios de comunicación reportaron nuevos aterrizajes de aeronaves provenientes de Sudamérica que posteriormente fueron abandonadas en pistas clandestinas en nuestro país, llegando a 44 el número de aterrizajes de esta naturaleza. Estas aeronaves, entre ellas jets de un alto valor comercial y capacidad de carga, venían supuestamente (pues la mayoría fueron encontradas vacías) cargadas con drogas, las cuales tendrían como destino los Estados Unidos. ¿Será tan valiosa la carga como para que sea rentable dejar los aviones abandonados? La pregunta se responde sola.

Personalmente considero que estamos frente a un fenómeno que no tiene fin. Mientras exista demanda, existirá quien se arriesgue a cultivar o crear drogas y asegurarse que estas lleguen a sus consumidores. Y mientras las condiciones de nuestros países no mejoren, habrá mano de obra lista para formar parte de las organizaciones criminales transnacionales que hacen que este fenómeno sea posible. ¿Entonces qué? ¿Nos quedamos de brazos cruzados? ¿Dejamos que las drogas pasen libremente a sus mercados de destino?

Las respuestas a estas preguntas son tan complejas como enfrentar al narcotráfico. Sin embargo, podemos llevar a cabo acciones que permitan limitar el impacto del crimen organizado transnacional (narcotráfico, contrabando, tráfico de personas) en nuestra sociedad, nuestra economía y nuestras instituciones.

Primero, debemos fortalecer la prevención del delito y reducir la atracción que generan las drogas en nuestra juventud. Debemos de pensar hacia el futuro y tener en cuenta el costo social, de seguridad y de salud que tienen las drogas en nuestra sociedad y procurar la atención de sus potenciales víctimas. El fortalecimiento del Viceministerio para la Prevención del Delito y la ampliación de programas orientados a brindar espacios seguros de recreo y deporte para la juventud, pueden ser clave en este esfuerzo.

A la prevención debemos acompañar altos niveles de protección y seguridad para las entidades y personas que se encargan de la seguridad, del combate al crimen organizado y de impartir justicia. Si logramos generar una institucionalidad que sea difícil de atraer, podremos ampliar la percepción que el Estado es un aliado de la ciudadanía.

Además, no debemos permitir que el crimen organizado y otras organizaciones que se sirven de este, generen incertidumbre en regiones que pueden ser productivas. Debemos eliminar al mayor grado posible la fuerza disruptiva del narco en la economía y en la capacidad de las empresas y de los emprendedores de generar empleos. Esto implica ser implacables con el lavado de dinero, pues es una forma en la que el dinero proveniente del crimen distorsiona la economía.

No existe una bala de plata para enfrentar este fenómeno, pero si acciones que limitan su impacto en nuestra sociedad, en nuestras instituciones y su recurso humano y en la economía. El poder corrosivo del narcotráfico debe ser aislado de aquellas estructuras que le brindan funcionalidad a nuestra sociedad. No podremos erradicar el crimen organizado, pero si limitar su fuerza destructiva. Si no estamos de acuerdo en esto, entonces tenemos más problemas de los que pensé.

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