Mariela Castañón

mcastanon@lahora.com.gt

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, once años de ejercicio periodístico en la cobertura de niñez, juventud, violencias, género y policiales. Becaria de: Cosecha Roja, Red de Periodistas Judiciales de América Latina, Buenos Aires, Argentina (2017); Diplomado online El Periodista de la Era Digital como Agente y Líder de la Transformación Social, Tecnológico de Monterrey, México (2016); Programa para Periodistas Edward R. Murrow, Embajada de los Estados Unidos en Guatemala (2014). Premio Nacional de Periodismo (2017) por mejor cobertura diaria, Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Reconocimiento por la "cobertura humana en temas dramáticos", Asociación de Periodistas de Guatemala (2017). Primer lugar en el concurso Periodístico “Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes”, otorgado por la Asociación Pasmo, Proyecto USAID (2013).

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Mariela Castañón
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Cuatro años y diez meses han transcurrido del femicidio de la radióloga Jacoba Elizabeth Arévalo Garrido, quien desapareció y posteriormente fue encontrada carbonizada en los cañaverales de una finca en el kilómetro 84 en la ruta que conduce de Santa Lucía Cotzumalguapa a Siqiuinalá, en Escuintla. El esposo de Jacoba es el principal sospechoso del crimen, según las autoridades; a la fecha no se ha conocido de su captura.

En marzo de 2015, publicamos una noticia sobre la desaparición de Jacoba Arévalo. La familia de la radióloga estaba muy preocupada por ella. En ese año, sus hijos tenían cuatro meses (aún lactante) y dos años, respectivamente.

Jacoba no solo había desaparecido, estaba muerta. Su cuerpo fue encontrado el 17 de febrero en los cañaverales de una finca. El responsable intentó desaparecer el cadáver y lo quemó. El 24 de marzo de 2015, el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), confirmó por medio de pruebas de ADN, que el cuerpo analizado en días anteriores correspondía a Jacoba Elizabeth Arévalo.

Un día antes de la desaparición, el 16 de febrero, el esposo de Jacoba, el médico Juan Carlos Fuentes Gallo, llevó a los hijos de ambos a la casa de la mamá de Jacoba para pedirle que los cuidara, pues había tenido un problema con Jacoba y ella supuestamente había intentado agredirlo con unas tijeras, según el relato de familiares de la radióloga.

El problema entre la pareja se había originado porque Juan Carlos quería que Jacoba preparara unos plántanos, pero ella quería guardarlos para el siguiente día, explicaron en una entrevista los parientes de Jacoba.

La Fundación Sobrevivientes que es querellante en este caso, junto con la familia de Jacoba, han detallado que Juan Carlos fue quien identificó a su esposa en la morgue, pero había dicho a la mamá de Jacoba que no era ella, incluso, no quiso que su suegra lo acompañara a reconocerla.

De acuerdo con los familiares de Jacoba, el 6 de marzo de 2015, Juan Carlos desapareció del hotel que rentaba, porque en su casa se habían practicado pruebas de luminol y no podía permanecer ahí. Él desapareció tras enterarse que la mamá de Jacoba se haría las pruebas de ADN.

Antes de irse, le dejó los carnés de vacunación de sus hijos a la mamá de Jacoba, nadie volvió a verlo.

Por estos y otros indicios, las autoridades giraron una orden de captura en contra de Juan Carlos Fuentes y la Interpol emitió una notificación azul para buscarlo internacionalmente, pero a la fecha no ha sido ubicado.

Ni el Ministerio Público ni la Subdirección General de Investigación Criminal (SGIC) han logrado dar con el paradero del sospechoso de la muerte de Jacoba Arévalo.

Como periodista siempre me pregunto ¿por qué algunos casos se resuelven inmediatamente? ¿Por qué otros tardan tantos años en esclarecerse? ¿Qué factores inciden para que se preste más atención en unas muertes que en otras? ¿La resolución de crímenes es mediática? No siempre tengo una respuesta para estas preguntas, pero espero que este y otros femicidios se resuelvan pronto, que las familias afectadas alcancen justicia y tengan paz en sus corazones.

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