Raymond J. Wennier
raymondwennier@yahoo.com
Dedico mi último artículo en La Hora, hablando de un ser que progresiva y constantemente, fue vital en mi vida.
Agradezco al licenciado Oscar Clemente Marroquín, este espacio que, por trece años, me permitió escribir 638 artículos, sin dejar de escribir una semana, en lo que me propuse fuera mi contribución a influenciar la educación de niños y jóvenes en Guatemala.
¿Qué relación hay entre lo escrito y la Madre?
Mi Madre, Alberta, nacida un 13 de mayo, me enseñó mientras crecía, buenas formas de conducta, valores y actitudes. Llegado el momento de la escuela, tuve la suerte de entrar a un colegio católico que apoyó las enseñanzas de mi madre y fortaleció los valores y principios por los he regido mi vida. Uno de esos valores fue enseñarme que siempre hay que hacer las cosas de la mejor manera y que lo que se empieza, se termina.
Al cabo de los años formé una familia y aparece la figura de otra madre; la madre de mi hijo, Carmen, quien hasta hoy continúa enseñándole a él, los valores y los principios con los que lo formó desde niño. Él ha sabido, apoyado por su esposa Sonia Montserrat, inculcarlos en sus hijos. Mi nuera es la tercera madre que continúa este ciclo de formación y espero que mi nieta Lourdes, cuando sea madre, continúe esta cadena invisible que une a estas mujeres.
Pero hay otra mujer, otra MADRE, que guía los pasos de estas mujeres. Esta es MARÍA SANTÍSIMA, mi Madre Celestial, a quien mi madre terrenal me enseñó amar desde niño. Ella guía mis pasos, es mi auxilio diario, es mi fuerza y la fuerza que nos sostiene. Bajo varias advocaciones que desde mi infancia conocí, está presente en la Virgen de Fátima (13 de mayo), la del Carmen, la de Guadalupe, la de Chiantla, la Desata-nudos y la de Lourdes. ¿Quién puede escoger mejor intercesora que Ella? Sé que cuando el momento llegue, María me abrazará, que me dormiré en sus brazos y que Ella me presentará al Padre Eterno.
Mi gratitud a mi madre terrenal, Alberta, a quien debo los valores y acciones que seguí toda mi vida, a Carmen mi esposa, por ayudarme en la formación de nuestro hijo, a Sonia mi nuera, quien lo ayuda en la formación de Lourdes y Matías e infinita fe y confianza en María Santísima, en sus brazos me dormiré y me despertaré al lado del Padre, con Jesús y San José a mi lado.
