Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82
Recuerdo las palabras y el tono del empleado de un sindicado en uno de los tantos casos que lleva la jueza Erika Aifán, quien me dijo antes de que su jefe acudiera a la audiencia de primera declaración: “Ay Pedro Pablo, esa jueza Aifán es muy buena, verdad. Se ve que es muy justa ella, fíjate”.
Pero solo bastó que la jueza, en lugar de darle una medalla al fulano, lo ligara a proceso para que la opinión respecto a Aifán cambiara para tildarla de vendida y de ahí para arriba. La jueza no es perfecta, pero siempre le he admirado que estudia los casos, sus resoluciones denotan preparación y no la búsqueda de “argumentos” para sostener una posición de impunidad o una necedad contraria a derecho.
Ya viene el 14 a las 14:00 y hay muchos que están molestos porque pasarán la Navidad en medio de un proceso penal sintiendo que lejos de enfrentar la justicia merecen un reconocimiento o limitan las consecuencias de sus acciones al tema ideológico y ante ello, han pensado que en el debilitamiento de quien los juzga, está su receta para terminar siendo “inocentes” de todo cargo.
Sin querer o queriendo mucho, han unido esfuerzos con personas de las que hasta se expresan peyorativamente los unos de los otros, pero su aberración en contra de la jueza es algo que los une y motiva a trabajar de la mano.
De recibir mensajes a su celular advirtiéndole de la muerte, de ser filmada en su despacho por una cámara que no transmitía a la “seguridad” del Organismo Judicial, a ser saboteada por empleados de su judicatura y ahora a que las intimidaciones lleguen a su secretaria en forma de “supuestos malos tratos a empleados” que, según se pudo conocer, no acreditan tales actos, pero les basta hacer la denuncia porque siendo esa una falta grave, ameritaría la destitución. Hasta aprovecharon que la secretaria estaba suspendida por el IGSS y sabiendo de su suspensión, le pidieron que rindiera informe.
Los informes de supervisión detallan que la oficial denunciada recientemente por Aifán pudo haber cometido faltas graves y ella interpone una denuncia contra la Unidad de Régimen Disciplinario lo que provoca que los miembros de la Unidad en cuestión se excusan de conocer para mandar el caso a Xela y dificultarle su defensa a Aifán.
La nueva línea de defensa es decir que los juzgados de mayor riesgo eran solo para temas de seguridad y suena bonito el argumento, pero no solo la seguridad es algo de mayor riesgo. Por ejemplo, meter las manos en la democracia de manera fraudulenta es algo de mayor, gravísimo y enorme riesgo para todo un país o que la gente no pueda tener acceso a salud de calidad porque hay quienes usan el sistema para hacer negocio, es algo de mayor riesgo que no entienden muchos de los que sí tenemos acceso a la salud, por ejemplo.
Están los jueces (a todos los niveles) quienes están luchando contra el mismo sistema y están aquellos a los que ya no les importa reescribir el derecho con tal de quedar bien con el sistema porque empiezan a sentir que ahora servir al amo de la impunidad ya tiene, como antes, nulas consecuencias y que por tanto, se puede volver a nadar por las mansas aguas que genera pactar con quienes controlan un sistema cooptado.
Quienes se oponen a Aifán deben, con argumentos jurídicos y no con retórica de sindicado, rebatir lo que nos les parezca de la jueza. Pero ser parte de un plan mayor para atacarla de forma anónima o incluso, para quitarle la vida es simple inaceptable y una sociedad que dice querer cambios debe arropar a sus jueces, fiscales, policías, magistrados y demás operadores del Sector Justicia que “rajan ocote” y aportan su grano de arena por un país mejor.
Creo que en el país hay muchos jueces aliados al sistema, pero aquí en La Hora hemos abordado las críticas de frente, con seriedad y dándoles espacio porque así deben dilucidarse las cosas y por eso es el repudio total a lo que viven Aifán y otros que luchan desde la legalidad por una mejor Guatemala.