Algunos de los diputados más activos dentro del tenebroso bloque conformado por el Pacto de Corruptos explican que el tema del Presupuesto no se ha agotado con la aparente derrota que sufrieron ayer al tratar de logar su aprobación y que “continúan las negociaciones” para lograrlo a más tardar la próxima semana. Explican que todo gira ahora alrededor de las crecientes exigencias que hacen algunos de hasta cuatrocientos mil quetzales para dar su voto a favor, lo cual indica cuánto hay de por medio en transas en ese instrumento financiero, al punto de que pueda hablarse de ese tipo de cantidades.

Obviamente el dinero para sufragar el costo de cada voto tiene que salir del mismo amañado Presupuesto que se está negociando tan intensamente y que es impulsado prácticamente por los mismos que dieron su voto para aprobar la Ley de Aceptación de Cargos que ha sido tan criticada, pero que según Álvaro Arzú, Jafeth Cabrera y Alejandro Giammattei ha sido satanizada injustamente.

No puede ser sorpresa lo que está ocurriendo porque, al fin y al cabo, el Presupuesto se ha convertido en una gigantesca bolsa sin fondo para que muchos, pero especialmente los diputados, hagan micos y pericos. Las negociaciones en el Congreso no giran en torno a los intereses del país sino en cuánto recibirá o podrá recibir cada diputado y por ello cuestiones como el Listado Geográfico de Obras, que son algo así como la entrada fija de muchos de los llamados representantes del pueblo.

Si se estuviera pensando en lo que el país necesita y lo que la población requiere para impulsar políticas de desarrollo humano, no habría forma de que nadie estuviera pidiendo ni pagando dinero por el voto de los diputados. Ello se produce porque es resultado de que se ha amañado de tal forma el ejercicio de las funciones públicas que las mismas únicamente sirven a los más oscuros intereses del país.

La mejor prueba de que el cacareado Presupuesto es un asco está en la forma en que se ha “negociado” a lo largo de todos estos años. Siempre ha sido mediante el pago de coimas y sobornos o mediante la asignación de recursos con destino específico a la bolsa de algún diputado lo que ha permitido que se aprueben los presupuestos y cuando no se llega a acuerdos por discrepancias en el precio del voto, el país tiene que seguir operando con el previo, lo cual no hace gran diferencia, como hemos comprobado, porque el diseño siempre gira alrededor del trinquete.

Redacción La Hora

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