El falso argumento de que las leyes que están manoseando los diputados están siendo reformadas para ayudar al congestionado Sistema de Justicia se vino al suelo, por completo, cuando la Corte Suprema de Justicia se vio forzada a emitir un comunicado en el que se quejan de la falta de asignación presupuestaria adecuada para el año entrante, de manera que pueda cumplir siquiera con los modestos fines que se han trazado con la expansión de unos cuantos juzgados en todo el país. Es de tal magnitud el problema que la misma Presidenta de la CSJ públicamente hizo suya la queja y criticó la forma en que el tema de la justicia ha sido tratado en la formulación del Presupuesto General de la Nación para el año 2020.
No deja de ser paradójico que la vez pasada, justo cuando se estaba discutiendo el antejuicio contra uno de los más polémicos diputados de esta legislatura (menudo galardón), se haya dispuesto en el Congreso aumentar la asignación presupuestaria, mientras que ahora, cuando ya la Corte Suprema no tiene nada que ver en ese proceso por corrupción, se les abandona y deja en trapos de cucaracha, lo que se tiene que entender perfectamente porque si algo les importa un pepino a los diputados es el verdadero Sistema de Justicia.
De justicia lo único que quieren saber los diputados que controlan el Congreso es cómo la misma sigue amarrada al régimen de impunidad que ha existido históricamente en el país pero que se incrementó a partir de la creación de las Comisiones de Postulación que, lejos de sustraer la política del proceso de designación de los magistrados, lo que hizo fue prostituir la academia y facilitar la operación de poderes paralelos que son los que efectivamente tienen el control absoluto dentro de esas comisiones.
Se habla mucho de lo entrampada que está la justicia y se presentan amañadas reformas como supuestos instrumentos para superar las deficiencias, pero no se toma en cuenta que Guatemala es uno de los países con menor cantidad de juzgadores por habitante y que ello, por fuerza, se tiene que traducir en lentitud en los juzgados porque los mismos se atiborran de procesos que es difícil diligenciar adecuadamente. Y eso sin tomar en cuenta el uso y abuso del litigio malicioso que pretende entrampar los juicios en casos donde las pruebas resultan tan abrumadoras como para que, aún en nuestro esquema de impunidad, se tema una sentencia condenatoria.
Esperar que el Congreso, y especialmente este Congreso que tenemos en la actualidad, pueda estar seriamente pensando en el interés nacional cuando legisla es pecar de terrible y hasta fatal ingenuidad. No hemos tenido en la Historia ningún pleno de diputados como el que hoy en día controla el Poder Legislativo, en términos de la perversidad de todas y cada una de las acciones de esa mayoría que ha logrado imponer leyes de impunidad con la mayor desfachatez.
Pero el mensaje de la CSJ es una muestra de que aquí la justicia sigue y seguirá siendo la conveniente y útil Cenicienta.