Francisco Cáceres Barrios
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Todos los humanos tropezamos porque no vemos el obstáculo que tenemos enfrente y muchas veces a pesar de habérsenos advertido, por la poca importancia que le prestamos, por distracción o por olvido, terminamos yéndonos de boca. Eso mismo ha venido ocurriendo desde que los ciudadanos guatemaltecos aceptamos que la Ley Electoral de nuestro país permitiera elegir diputados marcando en la papeleta el símbolo del partido político que los postula, sin ponernos a pensar la calidad de las personas que integran el listado, en vez de hacerlo escogiendo a cada quien por sus méritos de honradez, capacidad y experiencia. Precisamente por este obstáculo en el camino de nuestra democracia, se han originado leyes como la aprobada el recién pasado martes doce de noviembre, en donde diputados sin principios ni valores se favorecen a sí mismos y a quienes cometan graves delitos que provocan muchos daños a nuestra sociedad.
No es de ahora que ocurren en el Congreso de la República hechos como el señalado, llevamos años de estar enterados de esto, de donde surgen camarillas movidas por intereses personales que abusan de la libertad de poder escoger caminos diversos para alcanzar un buen fin para ellos mismos y en la imperfección de la libertad uno malo para el resto de la sociedad sin embargo, aún sabiendo las grandes mayorías que elegir a los diputados de la manera que hemos venido haciéndolo provoca hasta legislar a favor de los delincuentes, lo seguimos haciendo cada cuatro años, al menos desde que en 1985 se promulgó la actual Constitución y la Ley Electoral que lo permitieron.
Acabamos de leer peticiones de inocentes conciudadanos pidiendo al presidente Jimmy Morales que vete la referida ley, aún sabiendo que él, formando parte de este conglomerado de políticos que prefiere satisfacer sus propios intereses y que muy poco o nada les importa el bien común, no lo va a hacer, argumentando las mismas falsedades que esgrimió para expulsar del país o dar por terminado el convenio de la CICIG, aun sabiendo que la población de sobra conocía que sus verdaderos motivos eran otros totalmente distintos.
Hemos escuchado opiniones que solo con la violencia se podrían hacer este tipo de cambios, incluyendo la modificación de nuestra Ley Electoral y otros más que el país necesita sin embargo, sigo creyendo que un elemento fundamental del bien común es la paz, entendida como concordia voluntaria, más que lo impuesto forzosamente por el temor de la represión. Porque sin paz, lo primero que perdemos es el equilibrio social, incluso el personal, para que los seres humanos podamos quedar a merced del torbellino de la violencia, lo que nos ha tocado ver tristemente en otras partes del mundo sin ningún buen resultado.
Ahora es el momento oportuno, aprovechando que el TSE está recopilando propuestas para mejorar la Ley Electoral, para que alguna de las entidades convocadas proponga algo tan importante, como es recuperar el derecho ciudadano de escoger libremente a nuestros diputados.