Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), que con sus acciones han protegido a los grandes operadores de la Dictadura de la Corrupción, se dieron cuenta que mal paga el diablo a quien bien le sirve porque cuando se cayó el proceso de elección de Cortes por los vicios que ya todos conocemos, se dieron cuenta que a quienes había sido ofrecida la reelección, no se les iba a cumplir.
“Estos nos dejaron fuera” comentaron algunos de los cuales habían cifrados sus esperanzas en políticos y operadores que ofrecían el oro y el moro y por eso es que quedará para la historia aquella noche, hace aproximadamente un año, cuando para recibir más presupuesto decidieron arropar a Felipe Alejos a cambio, incluso, de una candidatura a diputado de uno de los hijos de un magistrado.
Y ahora que ya se dieron cuenta que los dejaron silbando en la loma y que por sus acciones se pusieron en la picota nacional e internacional, han querido empezar a lavar un poco de cara. Así debe entenderse que en esta ocasión no hayan servido al Congreso y a su Presidente, cuando una vez más accionaron contra tres magistrados de la Corte de Constitucionalidad (CC) por su resolución en contra la amnistía pretendida en temas de Reconciliación Nacional.
Pero como los compromisos son muchos, y los que son vuelven, han autorizado algunos antejuicios contra diputados, pero solo los de aquellos con los que no tienen enorme compromiso y resulta que son los antejuicios de aquellos con los que pactaron de manera burda, los que los ponen en enormes aprietos.
Así debe entender usted que la CSJ otorgó un amparo al Procurador de los Derechos Humanos (PDH) por lo de su presupuesto, y sin motivo, razón o circunstancia, la misma Corte revocó el amparo provisional en un momento en el que, el mismo Congreso, maniobraba para lograr remover a Jordán Rodas de su puesto. Una llamada al orden fue suficiente para alinear de nuevo a los magistrados.
La mayoría de estos magistrados de la CSJ dejarán, para su haber y los suyos, un legado de vergüenza y, como lo saben, es que algunos están con la gana de “lavar cara” con estos meses que seguirán ejerciendo la magistratura porque dicen “vamos a quedar quemados y fuimos traicionados”.
Tal son las fricciones que han generado incertidumbre en algunos y que por eso los diputados Alejos y Juan Ramón Lau se apresuraron a presentar una reforma a la ley penal con la intención de atacar a los testigos y colaboradores eficaces, en caso los magistrados –en un arranque de dignidad para tener algo que ofrecerle a sus familias– decidan romper con quienes firmaron una alianza de impunidad.
Debe ser duro saber que sirvieron para los deseos de otros y cuando tocó que estos “velaran” por ellos, los operadores y electores de las Cortes se decantaron por nuevos porque al fin y al cabo en esas ligas de poder corrompido no hay lealtades sino que utilizan a los que les sirven en el momento y luego los desechan por otros que, con menos desgaste, se comprometen igual o más que los magistrados actuales.
Ellos han intentado cuidar las formas pero los que reciben los beneficios no se han cuidado tanto y por eso es que la traición terminó viendo la luz. Una cosa es que lo dejen tirado a uno y nadie se entere y la otra, que además de servir al mal, luego le metan a uno una patada y la sociedad se dé cuenta.