Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

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Sandra Xinico Batz
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Comer no es sinónimo de alimentarse. La desnutrición no implica solo la dificultad de acceder a la comida, sino también el hecho de que lo poco que se come no tiene los nutrientes suficientes, o son productos contaminados con excesivas cantidades de químicos que son tan dañinos para nuestro organismo como la desnutrición. En ambos escenarios las consecuencias sobre nuestros cuerpos son serios y las secuelas son de por vida, pues muchas de estas son irreversibles. Sin embargo, parece que en este país lo que importa es tener el estómago lleno con cualquier cosa que mantenga nuestra fuerza de trabajo, aunque sea a medias, la cuestión es que no paremos de generar la riqueza de los ricos.

No tener acceso a tierra para producir alimentos es otro de los obstáculos que dificulta resolver esta situación, ya que la concentración de la tierra en manos de unos pocos es una realidad que arrastramos desde la colonización. En Guatemala sale mucho más barato comprar cerveza y/o aguardiente que un litro de leche o agua. La Canasta Básica Vital sigue sin estar acorde al salario mínimo o salario real. ¿Cómo puede una familia alimentarse adecuadamente si lo que genera económicamente es una miseria? Aun así, el salario mínimo fue reducido una vez más y los empresarios insisten en que es su sector el que debe decidir cuánto deben ganar las trabajadoras y trabajadores y no nuestras necesidades.

Se puede vivir una vida entera con hambre, esta es la realidad de miles de personas en este país. Constantemente escuchamos estereotipos racistas que insisten en que hay desnutrición porque los indios somos huevones y no sabemos comer, cuando lo que en verdad nos está matando de hambre es la desigualdad y el empobrecimiento que genera este sistema de muerte y destrucción al que llaman “desarrollo”. Los pueblos mayas por miles de años han sido guardianes de diversas especies de alimentos, cuyas semillas han sido heredadas y resguardadas de generación en generación, esto es lo que ha permitido la sostenibilidad de muchas familias, por eso son un patrimonio de nuestros pueblos, ya que ha implicado conocimiento del entorno y protección.

Ahora, además de todo esto, nuestra situación empeorará, ya que una vez más se ha atentado contra nuestras vidas al entrar en vigencia el Reglamento “Técnico Centroamericano de Bioseguridad de Organismos Vivos Modificados” con el que se hace legal la siembra, comercialización e importación de transgénicos, que es la continuidad del proyecto de privatización de las semillas, el cual se venía intentando imponer desde hace años con la “Ley Monsanto” que al no ser aprobado por la presión social que se generó, buscaron otros mecanismo que entre la secretividad logró avanzar hasta ser aprobada y en la actualidad estar ya vigente.

Somos lo que comemos y tenemos el derecho a decidir con que nos alimentamos. Este Reglamento no sólo es inhumano, sino que incrementará el empobrecimiento ya que le da al Estado la potestad de concesionar nuestras semillas y con ello se convertirán en propiedad de grandes empresas.

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