Según el proyecto de presupuesto aprobado por la Comisión de Finanzas del Congreso y pendiente de su aprobación por el pleno, 142.5 millones de quetzales serán asignados el año entrante a una veintena de las ONG sin que, en ningún caso, exista una explicación que detalle el destino efectivo de los fondos, lo que permite que los representantes legales se puedan embolsar millones mediante el uso abusivo y discrecional de los recursos del Estado. En teoría la Contraloría de Cuentas tendría que mantener control de esas entidades no gubernamentales si reciben fondos públicos, pero está probado que esa institución no es para controlar las cuentas sino para servir de parapeto para los corruptos.

El Congreso ha estado discutiendo una iniciativa de ley en contra de las ONG, lo que indicaría que los diputados tienen la idea que algunas de esas sociedades no hacen buen uso de los recursos que reciben y, sin embargo, a la hora de elaborar el presupuesto se nota que tuvieron manga ancha para beneficiar a las que son de su agrado.

Llama la atención que la misma Comisión de Finanzas hizo recortes significativos al Presupuesto, reduciendo los montos para cuestiones como educación y salud que debieran ser la piedra angular de nuestro desarrollo, pero sin recato ni rubor asigna 142 millones a agrupaciones que no tienen ninguna trayectoria sólida y que tampoco presentaron siquiera planes de inversión para determinar la importancia e impacto que pudiera tener un aporte del Estado. Viendo la lista encontramos que hay una variedad de entidades seleccionadas por puro favoritismo de los diputados de la Comisión de Finanzas, lo que abre la puerta al despilfarro y mal uso de los recursos del Estado.

Por qué se selecciona a una ONG y no a otra es la gran pregunta que nos tenemos que hacer. Conociendo a este Congreso, la respuesta está en el interés que algún diputado tenga personalmente en alguna de las entidades, lo que significa que los cuelludos pueden hacer micos y pericos con las asignaciones. Suponiendo que los nombres indiquen realmente las finalidades de las entidades, encontramos una variopinta selección sin más explicaciones que la consabida, de que en el Congreso lo que domina y predomina es la más descarada y cínica corrupción.

Lo menos que los diputados debieran proveerle al pleno es una detallada planificación, hasta al centavo, de cómo se usarían esos recursos arrebatados, literalmente, a la salud y la educación de nuestra gente, de manera que los ciudadanos puedan realizar la fiscalización que, ya lo sabemos, nunca harán los inútiles auditores.

Redacción La Hora

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