Raymond J. Wennier
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Para la formación integral de la persona, cabeza, corazón y cuerpo, es necesario tomar en cuenta varios factores que son parte de la vida de cada quien y que lo forman para una participación activa, positiva o no, según haya sido formado, en la sociedad en la que le toca participar.
Viene a mi mente Alvin Toffler y su libro “El shock del futuro” en el que describe la forma de vida de una comunidad ribereña, de pescadores y que educa a sus niños y jóvenes en esa tradición, sin percatarse de lo que sucede río arriba y únicamente empieza a preocuparse cuando ve que el río que los alimenta y proporciona trabajo, empieza a secarse. Sucede que, río arriba, están construyendo una presa que dará a esas comunidades, el agua abundante que necesitan para ser agricultores.
¿Les parece familiar el panorama? Familia y comunidad son dos factores, dos ambientes educativos, formadores de la personalidad, de las habilidades y destrezas de sus miembros; ambas forman para el trabajo. Trabajo tradicional que ellos aprendieron y que a su tiempo y en su tiempo, dio resultados para sobrevivir unos y para prosperar otros.
Es en familia, mediante el ejemplo, que el niño aprende de sus padres, abuelos, hermanos y tíos. A la tradición familiar se une la tradición comunitaria que da las pautas de conducta de sus miembros. Viene luego la sociedad, que con leyes escritas y no escritas, fija patrones de trabajo y de comportamiento.
Deberíamos tener una sociedad sana y tremendamente preparada para trabajar y sin embargo vemos que hay niños, jóvenes y adultos que viven sin ley y orden y nos preguntamos por qué hay tantos seres “enfermos” en nuestra sociedad.
¿Quién es responsable? El cambio climático dicen muchos, el gobierno dicen otros, la sociedad claman algunos y ninguno tiene la respuesta.
Creo que el “enfermo” es la persona que no ha encontrado darle un sentido a su vida. Son esos niños enseñados a pescar y creen que es el único oficio que saben y que su pequeña comunidad es lo único que importa. No se atreven a salir de los confines de su territorio y ver otros mundos.
Sí, la formación académica es vital pero nada se puede si no la apoyan la formación física y sobre todo la moral. ¿Para qué sirven los genios sin moral? Carmen recomienda leer “Historia de un canalla” de Julia Navarro.
Es la escuela quien debe ampliar los horizontes y hacer que el niño y el adolescente “eduquen integralmente” a sus padres y no perduren modelos que los anquilosaron en una época ya ida.
“The sky is the limit” es una frase que se hizo famosa hace años. Enseñemos a nuestros niños y jóvenes, a soñar, a perseguir y hacer realidad esos sueños, a saber descubrir las oportunidades y estoy seguro que sabrán aprovecharlas.
SU tiempo, no es NUESTRO tiempo. Dejémoslos volar, que como Juan Salvador Gaviota remonten las alturas, vean al infinito, descubran que no tienen límites, que siempre el que actúa moralmente correcto es exitoso y que vuelvan la vista y enderecen el vuelo a tierra para lograr las metas que se proponen.