Luis Enrique Pérez
Durante los primeros siglos del cristianismo algunas iglesias católicas, apostólicas y romanas habían elegido un día dedicado a conmemorar a los santos que habían muerto. Las iglesias del hemisferio oriental, por ejemplo, habían elegido el primer domingo después del Día de Pentecostés, es decir, cincuenta días después del comienzo de la Pascua. Precisamente la palabra “Pentecostés”, que deriva del griego “pentekoste”, denota “quincuagésimo día”.
La Iglesia Católica, Apostólica y Romana optó finalmente por elegir un día oficial dedicado a tal conmemoración. Sería el Día de Todos los Santos. Bonifacio IV, que fue Papa desde el año 608 hasta el año 615, eligió el 13 de mayo. Era el día en que los romanos celebraban la Lemuralia, o festival para expulsar del hogar a fantasmas maléficos de los muertos. Empero, Gregorio III, Papa desde el año 731 hasta el año 741, eligió el 1 de noviembre. En el año 800 Alcuino de York, prestigioso filósofo, matemático y teólogo, aprobó el día elegido por Gregorio III; y en el año 837, Gregorio IV, que fue Papa desde el año 827 hasta el año 844, lo reiteró.
Probablemente uno de los motivos para elegir el día 1 de noviembre fue propiciar la conversión de un festival pagano celta en un festival cristiano. Efectivamente, en Britania, Irlanda, Escocia, Gales y la Isla de Man los celtas celebraban, el 1 de noviembre, el festival que los irlandeses llamaban “Samhain”, o día del final del verano y comienzo de un nuevo año. En el Samhain el límite entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos tendía a disiparse. Entonces espíritus malignos de los muertos podían volver al mundo de la vida y causar daños y hasta reencarnar. El festival comenzaba en la tarde o en la noche del 31 de octubre.
Empero, cuando algunos pueblos celtas, como los de Britania e Irlanda, comenzaron a profesar el cristianismo, el Samhain se transformó en el día de “All Hallowmas”, que significaba “Todos los Santos”. Y el festival de Samhain se transformó en el festival de “Halloween”; palabra derivada de la expresión “All Hallows Even”, que significaba “Víspera de Todos los Santos”. En el sínodo de Whitby, celebrado en el año 664, los celtas cristianos de Britania se sometieron a la autoridad de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Ya que había un día oficial elegido para conmemorar a los santos que habían muerto, podía ser elegido también un día oficial para conmemorar a todos los seres humanos que habían muerto. Precisamente algunas iglesias católicas, apostólicas y romanas dedicaban ya algún día del año a conmemorar a esos seres. Se suponía que después de la muerte comenzaba un proceso de purificación o de expiación del alma, por los pecados cometidos que ya habían sido perdonados, o por aquellos que no lo habían sido. Era un proceso purgativo, a cuyo éxito podía contribuir la piadosa oración o la ferviente plegaria, especialmente en un día elegido para conmemorar a los muertos.
Elegir ese día fue obra del abad Odilón de Cluny, Francia. Este abad nació en el año 962 y murió en el año 1048. Fue canonizado en el año 1063. Él eligió el día 2 de noviembre, que sería el Día de Todas las Almas, o Día de los Fieles Difuntos, adoptado originalmente por los monasterios de Cluny. En algunos países ese día se denomina “Día de los Muertos”, y es el mismo día elegido para conmemorar a los santos que han muerto, es decir, el día 1 de noviembre.
Post scriptum. Los pueblos celtas eran belicosos pueblos indoeuropeos que, desde antes de la Era Cristiana, se dispersaron en gran parte del territorio de Europa. Los pueblos indoeuropeos eran aquellos de origen asiático que desde India se habían expandido hasta Europa.