Sandra Xinico Batz

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Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com.

¿Cómo aguantamos a vivir de esta forma? ¿Cómo nos siguen hablando de que se trata “solo” de una crisis cuando la realidad de Guatemala es una constante que nos golpea en cada momento y hemos pasado décadas así? ¿Qué estamos esperando?

Hemos tenido una historia de militarismo, persecución y violencia que nos ha calado fuerte. Lo terrible es que esto no cambió, pero tenemos la impresión de que vivimos en “otra” época. No nos hemos recuperado del miedo que se nos ha infundido a la fuerza porque esto tampoco ha parado. El estado de Sitio está a punto de cumplir dos meses desde que fue impuesto en varias comunidades para controlar estos territorios a favor del Estado y los megaproyectos extractivos, que ven como enemigas a las comunidades que resisten ante el despojo.

Lo inaudito es el diario vivir en Guatemala. Han pasado más de dos años desde la tragedia en el Hogar Virgen de la Asunción, cuyo juicio ni siquiera ha iniciado y ahora se pretende demandar a las sobrevivientes acusándolas de haber provocado el incendio. Parece un mal chiste, pero es la realidad, como lo es también el hecho de que haya diputados que gasten miles de quetzales en dietas lujosas mientras que la tasa de desnutrición aumenta cada día más, pero ahí andan los “padres de la patria” perdiendo el tiempo acosando al Procurador de los Derechos Humanos porque según estos energúmenos el PDH se ha dedicado a “dividir” a la sociedad guatemalteca. Una vez más el discurso de la “división” para evadir la responsabilidad que tienen estos diputados en que el Estado sea un fracaso para las mayorías y botín para unos cuantos.

La realidad de desigualdad e injusticia es tortuosa, como tortuoso es pasar por Chimaltenango en estos días. Perdemos una gran cantidad de horas tratando de movilizarnos, pero esto no le importa al Gobierno porque al final de cuentas quienes necesitamos los caminos somos los mismos excluidos de siempre, a quienes no se nos quiere ver en las ciudades, pero luego llegan a nuestras comunidades para desalojarnos de nuestras tierras y empobrecernos. El mal llamado “libramiento” nos salió muy caro, pues una vez más nuestros impuestos costearon un proyecto que fue excusa para agenciarse de miles de quetzales, que colapsó en unos cuantos meses y cuya reparación implicará seguramente más corrupción y ningún beneficio para la población.

Las lluvias de las últimas semanas, develan como cada año, la terrible situación de los caminos y carreteras del país que obligan a las personas a travesar ríos perdiendo la vida tratando de cruzarlos para poder movilizarse. Las grandes empresas construyen caminos únicamente donde les conviene, por donde pasan sus camiones y tráileres, como lo hace Cementos Progreso que extrae arena y piedras en orillas del río El Jute, de la aldea Guadalupe, Escuintla, que colapsa con las lluvias y el socavamiento provocado por la extracción, dejando sin caminos a cientos de personas que con sus propias manos abren senderos mientras las grandes máquinas siguen sacando arena.

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