Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos
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Lo que pasa en el Continente no es ajeno a Guatemala, o no debería serlo. Costa Rica protesta por la reforma de educación dual, el proyecto antihuelga, la ley de servicios esenciales y la ley de empleo público. Además, por las condiciones de los establecimientos educativos. En Chile se levantó la consigna “no es por 30 pesos, es por 30 años”; esto para referirse al cansancio de los chilenos en relación con lo que los gobiernos les han hecho padecer durante treinta años; el aumento a la tarifa del metro fue solamente la gota que derramó el vaso. Por lo que protestan en Chile es por el sistema de pensiones, por el modelo de salud, el transporte público, la privatización del agua, la educación y la movilidad social y, por si fuera poco, los abusos del gobierno y la corrupción. En Ecuador se protestó por la eliminación a los subsidios a la gasolina como respuesta al FMI a su exigencia de reducir el gasto público a cambio de crédito. Pero el recorte no fue solo al subsidio de las gasolinas, sino que también hubo despidos en el aparato estatal, el retiro de un día de salario y quince de vacaciones a empleados de empresas públicas, entre otras cosas. En Uruguay se protesta para impedir que los militares puedan actuar en la seguridad pública junto a la policía. Honduras sigue expulsando a cientos de personas que se convierten en inmigrantes, no tienen la posibilidad de protestar. El Salvador hace alarde de pragmatismo y trata de resolver con la misma receta liberal todos los problemas sociales y económicos. Brasil amenaza a través de Bolsonaro con reprimir cualquier manifestación. En definitiva, algo pasa en el continente, y les tengo noticias a quienes culpan a la izquierda por todo, lo que está detrás de todo este malestar continental son las políticas neoliberales que están exprimiendo los recursos y las vidas de esta tierra. La voracidad de un capitalismo salvaje, la avaricia y la corrupción, están golpeando a toda Latinoamérica.

La diferencia con Guatemala estriba en que, en Ecuador, por ejemplo, el movimiento indígena se plantó. En Chile las capas medias y estudiantes fueron quienes dieron la cara. En ambos casos la población que ha sido abusada por el sistema se ha sumado. ¿Y en Guatemala? Quién dice basta. Los partidos políticos no, están tranquilos, cómodos con el sistema. Ni siquiera reformistas hay entre quienes lograron hacer con los votos suficientes para tener poder en el Legislativo y Ejecutivo. El movimiento social tampoco se muestra capaz de frenar la vorágine nacional, está cooptado por el financiamiento de sus luchas. Los obreros hace rato que no se les ve del lado de las causas sociales, todo nace y muere en sus pactos colectivos. Quedan la población campesina e indígena, cuando se indignen y digan basta, será irreversible y a cada uno le tocará pagar el costo de su indolencia.

Mientras tanto habrá quienes siguen siendo revolucionarios en el espacio virtual, pero no son capaces de mover un dedo en los espacios donde es menester luchar y poner el pellejo junto con las ideas y opiniones.

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