Por Jorge Santos
En un país como el nuestro cuesta mucho desprenderse de temas vinculados a los graves males que nos aquejan. Junto a deudas históricas y estructurales; empresarios, diputados, el Presidente, la Fiscal General, el crimen organizado y la delincuencia común nos someten a niveles de violencia, corrupción e impunidad cotidiana, con la que van imponiendo una especie de velo sobre los ojos.
Es por ello, que hoy me llena de mucha alegría y a la vez esperanza escribir sobre el reciente reconocimiento otorgado por la Revista Forbes a cuatro mujeres guatemaltecas, dentro de las cien mujeres más poderosas del mundo. Las mujeres Ana Lucía Martínez, Carolina Escobar Sarti, Thelma Cabrera y Sandra Morán desde distintos ámbitos de lucha y de trabajo nos dan muestras de esperanza, esfuerzo, dedicación, disciplina y mucho empeño en lograr lo que se proponen.
Además de que hace un par de años fue fichada en el Rayo Vallecano, el cual es mi favorito del fútbol español, Ana Lucía Martínez, es una joven mujer digna de admiración y respeto por abrir brecha para otras mujeres futbolistas. No sólo por practicar un deporte que en una sociedad tan machista como la guatemalteca, está destinada a ser privilegio de hombres, sino porque a diferencia de muchos de ellos, Ana Lucía es una futbolista profesional que juega en Europa y que tal y como ella misma lo refiere en sus redes sociales, ha sido el fruto de su esfuerzo y dedicación.
Por su parte Carolina Escobar Sarti, actual directora de la Asociación Alianza Guatemala, que trabaja con niñas víctimas de trata de personas y violencia sexual, se le conoce más por su enorme aporte con su concienzudo análisis de la realidad guatemalteca a través de sus columnas de opinión, pero también por su importante contribución a las artes y letras guatemaltecas. Con más de cien publicaciones de poesía, Carolina Escobar Sarti ha inscrito su nombre y sus letras en la historia de este país.
Pero también, hay dos mujeres a las que admiro profundamente por su convicción política, por su trabajo desde las bases, por ser muestra de que hacer política de otra forma es posible. Thelma Cabrera y Sandra Morán son dos mujeres revolucionarias, luchadoras sociales incansables, una formando parte de las luchas de las mujeres campesinas e indígenas, por el acceso a la tierra. Ella ha inscrito su nombre por ser la candidata presidencial que ocupó un cuarto lugar en su primera participación con un partido político de izquierda, pero también por su histórica lucha de muchos años. En tanto que Sandra Morán, sin lugar a equivocaciones es por mucho la mejor diputada durante este período legislativo. Una diputada con la capacidad técnica y profesional para desempeñar su labor desde la curul, pero también con suficiente arraigo popular y de lucha para que con sus tambores acompañará las luchas del Pueblo guatemalteco.
A ellas cuatro, mujeres poderosas, no sólo nuestra admiración, sino también nuestro agradecimiento por su trabajo y dedicación.