Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Si revolvemos la historia patrono laboral de nuestra patria, topamos al paso con millares de casos injustamente resueltos y aún más, no denunciados y un montón de no resueltos. Todos creemos que las personas e instituciones deben ejercer el poder con madurez y juicio; nada más lejos de la verdad en nuestro medio. Resulta que una persona fue despedida después de casi una década de trabajo. Solicitó sus prestaciones de ley, los jefes se la denegaron. Recurrió a los tribunales correspondientes, y estos por tres veces de manera independiente sentenciaron a su favor y finalmente luego de cinco años, la apelación del empleador llegó a las autoridades más altas. Sin embargo, antes de comparecer ante la última instancia solicitada por el empleador, éste a través de sus voceros hizo saber al extrabajador esto: “Usted nos ha ganado en tres tribunales, pero no nos ha vencido y puede que logre otros efímeros triunfos; llevamos en esto cinco años pero nosotros tenemos suficiente dinero, tiempo e influencias para seguir luchando hasta vencer, cosa que usted no, incluso tiene dificultad para conseguir empleo, pues seguimos sus pasos. Esta es una lucha estéril de su parte y nosotros seguiremos vivos… usted no aprende, olvide todo, pues nunca le pagaremos ya verá… y que conste que esto no es culpa de nosotros”.

Vivimos a diario una apología del mata hambre como el narrado, y ello sucediendo con una impunidad ante el fraude de tal naturaleza que hombres y mujeres son injustamente despedidos. Tenemos instituciones e individuos que entienden el derecho como algo efímero ante el poder, el dinero y el tiempo, causando toda clase de ruindad e infamia que afecta no solo a la víctima sino la voluntad y el dictamen del entendimiento de las personas e instituciones alrededor. La trampa y el embuste hacen del querer hacer algo, motivo de maldad y falta de honestidad y si esto la ley no lo castiga; sino pone freno alguno, tal indemnidad se convierte en un insulto a toda la sociedad. Y cuando esto se torna frecuente, la anarquía y la disolución de la credibilidad y confianza, pilares de la democracia, son borrados del mapa y con ello la paz y la tranquilidad.

Los actos como el ejemplificado, cuando no se detienen por la justicia para no proseguir y volverlos rutina, da lugar a mayor libertinaje, engreimiento e injusticias; reprimir el orgullo de los mal llamados grandes no es tarea fácil, pero es la única solución para lograr aciertos en pro del bien público y a su vez de fortalecer ese amor justo, debido, noble y virtuoso, que debe tener las instituciones y empleadores hacia el que trabaja y sus servicios; bastión para fortalecer la justicia entre los hombres, en lugar de hacer prevalecer el orgullo, la ambición en busca de la exaltación propia; bastiones que engendran el odio y la violencia a la par de la injusticia y la explotación. Vivimos muy prendados de la costumbre del “olvidemos todo y borrón y cuenta nueva”, eso a lo único que lleva es a la explotación y falta de libertad.

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