Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“El tiempo es un circo que siempre hace maletas y se muda.” Ben Hecht
No estoy casada con grupo alguno, (sentido figurado) por lo que puedo expresar lo que pienso sin temor a perder privilegio alguno, o posibilidades de tenerlo.
Viene a colación lo anterior, derivado de que constantemente estamos siendo bombardeados, con burbujas de aire, que giran alrededor de personajes relacionados con la justicia o injusticia, que pasado determinado tiempo se desinflan en la mente del ciudadano, y vuelven a crear uno nuevo, esa es la constante.
No existe un ser perfecto, todos los seres somos débiles y perfectibles, más acá parece ser el único espacio terrestre, en el que se crean superhéroes de fantasía y les atribuimos las capacidades de infalibles y justos, calidades que en el diario vivir del ser humano no existen, nadie es infalible y menos aún ser objetivamente justo, no porque no se pueda, es porque la debilidad del ser humano es eso: ser humano.
Los funcionarios judiciales, como los demás son empleados públicos pagados con nuestros impuestos, pero estamos tan acostumbrados a ser ninguneados como ciudadanos, que cuando alguien aparece realizando su labor, por la que recibe un salario, le elevamos a las alturas del Universo.
Viene a colación lo anterior, porque se ha mitificado de tal forma a ciudadanos que lo único que han hecho es ejercer una función pública, que ha sido del agrado de los poderes reales que subvencionan a determinados medios de comunicación, creándoles estos una aureola excesiva que ha sido utilizada por los perfiles falsos que son parte de los mismos medios, para hacer creer que quien hace su trabajo debe recibir alabanzas y tributos, sin tomar en cuenta a la gran cantidad de personas que diariamente realizan su labor de una forma más efectiva, pero que no son relevantes para el poder real.
Es altamente preocupante la forma en que somos engañados por los mismos que se tiran los trastos públicamente, cuando en la práctica, estos mismos por medio de enlaces se comunican, se ponen de acuerdo para que el resultado sea el que conviene a los intereses de los que les pagan jugosas cantidades.
Es necesario hacer conciencia, que rivales políticos y politiqueros no tenemos, que todos se cubren con la misma chamarra, pero de cara a la galería son enemigos a muerte, siendo unos los buenos y los otros los malos, no hay buenos ni malos, todo es una comedia previamente escrita para que el pueblo crea en unos, pero estos comen en la misma mesa de los que son presentados como malos, por lo que podemos deducir que no existen buenos y malos, todos son claroscuros, aunque nos vendan diariamente una tragicomedia.
En toda esta amalgama de personajes y circunstancias nosotros como población somos espectadores y víctimas, convirtiéndonos en muchas ocasiones en actores de ocasión, al discutir con amigos y desconocidos por defender una causa que probablemente se encuentra solamente en nuestra mente, porque la realidad detrás de las cortinas del teatro en que se ha convertido el quehacer nacional, es otra la verdad, muy diferente a la que ingenuamente creemos defender.
La sociedad ha sido manipulada de tal forma que ya no distingue donde termina el dantesco espectáculo, y donde se encuentra la línea en que principia la verdad, si es que esta existe.
No se llame a negatividad, pero lo mejor es tener los pies lo más cerca de la tierra, así descubrir la verdad, no causará el mismo impacto al abrir los ojos de pronto, porque el golpe es menos doloroso, los héroes prefabricados tienen una característica muy propia, sus pies son de barro, y en algún momento caen, el problema es mantenerlos aún después de caídos, sostenidos con nuestras ilusiones.
Somos lo que queremos ser en el teatro de la vida, espectadores incrédulos, o parte del circo.