Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos
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La acepción de veterano se aplica a persona que tiene experiencia en un área particular, pero especialmente a las personas retiradas de las fuerzas armadas, acá se incluyen entonces a los especialistas y soldados que han servido con honor a su país con el uniforme militar, los que se merecen reconocimiento.

Cabe mencionar el respeto y consideración que la sociedad tiene a los militares en los Estados Unidos de América, lo que debe ser un ejemplo para seguir. En ese contexto pude observar recientemente en Washington D.C. a un grupo de militares llegar a un lugar público con sus respectivos uniformes y tuve la grata impresión de ver como las personas particulares les aplaudían y se tomaron fotografías con ellos, por supuesto como soldado guatemalteco pregunté a una persona presente, qué era lo que sucedía y me respondió espontáneamente que ellos, los uniformados, eran los que defendían los intereses de los ciudadanos norteamericanos, no solo en su país sino en cualquier parte del mundo. Vaya lección de madurez de esa sociedad, donde no importa si el gobierno es demócrata o republicano, sus soldados son sinónimo de respeto y fortaleza política.

Como ejemplo del trato a los militares americanos podemos mencionar: que son los primeros en abordar en las líneas aéreas americanas, en los grandes parques de diversiones antes de iniciar los shows preguntan si hay soldados en el público y si es así, se les pide ponerse de pie y les aplauden. No digamos a los veteranos, quienes además de estos privilegios, tienen descuentos en hoteles, restaurantes, hospitales, etc. Además, los héroes de guerra son galardonados con medallas de honor, tienen variedad de museos en sus pueblos natales que narran las acciones de servicio a su país y así fomentan el amor cívico, como ejemplo, podemos mencionar el caso del sargento primero Edward Carter (soldado de color), con medalla de honor por sus acciones heroicas en la Segunda Guerra Mundial, no obstante ser un ejército segregacionista, el presidente Bill Clinton ordenó revisar su caso, y finalmente fue reconocido con la más alta medalla de los Estados Unidos, su heroísmo y civismo fueron reconocidos aún más por la sociedad al haberse fundado el Museo Edward Carter, en honor a todos los héroes de color.

Nuestro espíritu cívico por Guatemala debe emular este tipo de valores que fortalecen el amor a esta patria; así como hay grandes deportistas, grandes literatos, profesionales de la medicina y otros, también hay militares con actos de patriotismo y heroísmo que deben ser reconocidos. Cuanto caso no debiera ser revisado durante el Conflicto Armado Interno y cuanta medalla tendremos pendiente de entregar, sobre todo a nuestros soldados y especialistas que ofrendaron su vida por defender nuestro sistema. Incluso el oficial y los soldados asesinados recientemente en Izabal, que antes de accionar sus armas contra la población se sacrificaron, deben ser declarados héroes nacionales, lo que debe ser resaltado y servir para fortalecer la cultura de servicio. Nuestra sociedad y gobiernos están en deuda con los veteranos militares, no han respondido, al contrario, han sido perseguidos, que desventura.

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