En la reciente crítica que hicieron los empresarios organizados de la resolución de la Corte de Constitucionalidad con relación al reglamento del trabajo a tiempo parcial hay que destacar que ellos destacan que los magistrados están actuando de manera irresponsable y bajo influencias ideológicas, con lo que se marca nuevamente la tendencia a la polarización que se ha creado entre los guatemaltecos de manera malintencionada. Y se extendieron a cuestionar no sólo ese fallo sino que dijeron que esas influencias ideológicas han marcado a esta magistratura, con lo que manifiestan que, según ellos, cuestiones torales que ha abordado el pleno de la CC, como todo lo que tiene que ver con la CICIG y la lucha contra la impunidad, ha sido resuelto bajo ese malévolo signo.
Lo que confirma todo esto es que se insiste en querer señalar que todos los que están a favor de la lucha contra la corrupción están influenciados ideológicamente. En ese sentido también tendría que decirse que todos los que están a favor de la corrupción y de la impunidad lo hacen por un sello ideológico y eso tampoco es cierto porque en ese conflicto que hay entre ambos bandos lo que se contrapone es el deseo de romper con un modelo que se ha pervertido para facilitar el tráfico de influencias y el empeño que ponen los defensores del sistema para impedir que pueda avanzar cualquier proceso de reforma.
Otro tema en el que ven sello ideológico es el relacionado con los amparos que se han conocido y resuelto en relación con lo que podemos calificar como algunas actividades productivas, especialmente en el campo de la minería. Pero resulta que el fondo viene a ser el mismo, porque dado que en nuestro país nadie pasa sin saludar al rey y para obtener licencias y permisos muchos han tenido que entrar al perverso juego de la corrupción. En ese contexto termina siendo más importante el soborno que la observancia de las leyes y por eso se dejan enormes vacíos que dan lugar a que prosperen amparos presentados por quienes se sienten afectados. Viendo la forma en que se ejerce la función pública en Guatemala, con esa profunda contaminación de la corrupción, no podemos sostener que licencias provenientes de un soborno puedan ser fuente de un derecho válido y respetable. Y si una instancia legal como la CC procede a la revisión de lo actuado, es poco serio afirmar que ello es resultado de “influencias ideológicas”.
La corrupción no tiene ideología y tan dañina es la que cometen izquierdistas como derechistas. Corrupción es corrupción y punto. Pero resulta que en Guatemala ya se asentó como dogma de fe que todos los que de una u otra manera se resisten a vivir en un sistema podrido son y tienen que ser izquierdistas. Los pregoneros de ese discurso no se dan cuenta del daño que se hacen a sí mismos, puesto que entonces resultaría que, como consecuencia lógica, todos los que quieren prolongar a toda costa el modelo de la corrupción y la impunidad son los derechistas.