Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Edith González

“El amor es honestidad. El amor es respeto mutuo del uno por el otro”.
Anónimo.

La violencia en contra de las mujeres es un escalón del crimen diario en el mundo… y por supuesto Guatemala no escapa a esas dolorosas actitudes en contra de nosotras madres, hermanas, sobrinas, abuelas…

Esta violencia se inicia en el hogar, con la discriminación del trato, en donde se decide que las hijas deben realizar las tareas del hogar y servir y atender a los varones. Incluso a mediados del siglo anterior, las niñas no accedían a la educación escolar y por el contrario, se les utilizaba para las “labores de la casa” o se les vendía para que fueran a trabajar a “la capital” en donde el patrón y sus hijos abusaban sexualmente de ellas.

Muchas de estas mujeres procedían del municipio de “El Chol” en Baja Verapaz y de ahí el apelativo de “choleras”. Cuando el presidente Arévalo suspendió esta actividad los mismos padres lo buscaron para que “permitiera continuar enviando a sus hijas a la capital” porque con lo que “ganaban,” ellos encontraban una forma de tener algún dinero.

Pero de ahí a la fecha pasando por el “bullying” las cosas han cambiado notablemente y la agresión en contra de la mujer se elevó hasta el asesinato. El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), señala que, en Guatemala mueren 15 mujeres por semana, tendencia que se ha mantenido en los últimos 9 años con la muerte violenta de 7 mil 273 mujeres por armas, asfixia y desmembramiento corporal. Las autoridades dan mil explicaciones. Lo que necesitamos es parar la violencia en contra de la mujer. Sin justificar “saber en qué pasos andaba”, era de “la mara y por eso la mataron”, “le era infiel al marido y eso la llevó a la tumba”. O “Era de mal carácter…”

Aunque no toda la violencia mata, sí daña y envenena. Me refiero a la violencia sexual. La más reciente historia a nivel mundial es sobre el tenor don Plácido Domingo acusado de acoso sexual. Con reacciones positivas como su expulsión de la nueva película de Paco Arango y el anuncio de la Ópera de Los Ángeles de realizar una investigación, por lo que el tenor anunció su dimisión como director general de este teatro.

Hay que detener la violencia en contra de la mujer, el acoso y la violación sexual. La que se produce en todos los espacios especialmente en sitios donde la mujer está más expuesta y vulnerable. Debemos cuidarnos entre mujeres y no permitir la consulta médica, por ejemplo a solas, debemos acompañar a las niñas y a las mujeres adultas, pues todas estamos a merced de ser abusadas sin importar la edad. A lo que seguramente el doctor con especialidad en cancerología, Mario Fredy Sandoval, me dará la razón, pues su experiencia se lo dicta y su conciencia lo confirma.

Aquí hombres y mujeres que tienen palabra abierta a grupos sociales deben jugar el papel de forjadores de una sociedad más limpia, más respetuosa en favor de la persona, y de manera especial de la mujer, empezando por enseñar a los niños y niñas el respeto a sus semejantes, el trato correcto, la tolerancia a la frustración y aceptación de un no.

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