Danilo Santos
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Tener una bola mágica para ver el futuro es simplemente imposible, lo que sí es factible es hacer prospección a partir de lo que sucede hoy y tendrá repercusiones en el futuro inmediato del país. En primer lugar, hay que mencionar la contraofensiva en todos los frentes posibles de los antiderechos que se escudan en la defensa de la Patria, es fácil identificarlos porque el discurso de odio que profesan tiene los mismos lugares comunes, contra las mujeres, contra los defensores de derechos humanos y, sobre todo, contra quienes hayan apoyado y defendido a la CICIG. No digamos quienes abiertamente hayan estado y estén contra la corrupción y la impunidad. Estos personajes están en el Congreso de la República, muchos han sido reelectos y otros nuevos ya despuntan hablando en el idioma de la regresión. En el Ejecutivo entrante ya se pueden ver algunos nombres en las carteras más importantes, los cuales tienen clara la agenda agroexportadora y del Estado como un mero gendarme y facilitador de la actividad comercial. Para el Sector Justicia, pues se está haciendo lo propio en este Congreso para dejar el terreno listo para dos cosas; no ser perseguidos y recapturar la justicia.
La prolongación del estado de Sitio pareciera una metáfora del “Libramiento de Chimaltenango”, rimbombante pero chueco. Y como a Morales le encantan estas figuras retóricas, pues aquí tiene la de su gobierno. Rimbombante pero chueco.
Este es otro elemento que sirve para proyectar el inmediato futuro en materia de seguridad. A falta de un verdadero “Tercer País Seguro”, hay que dejarle el listón puesto al nuevo gobierno para poder defender los temas de crimen organizado, narcotráfico y migrantes. Y de paso, echar la culpa a las organizaciones de derechos humanos de un problema de seguridad nacional para Estados Unidos, tal como lo ha hecho el impresentable señor que ya se va, pero que todavía tiene tiempo de seguir tomando decisiones irresponsables. En resumen, Giammattei puede rechazar el Acuerdo de Tercer País Seguro y endurecer el control militar de los territorios.
Otro aspecto que flota en el ambiente político es el poder que la UNE podría tener en el Congreso y la batalla por desaparecerla. Esto puede hacer que el Ejecutivo pueda engrosar un número de votos importante para las iniciativas que le interesen y las que van quedando de esta legislatura y ya no alcanzarán a ser aprobadas. Además, por pocos que sean, los cuatro partidos “progresistas” que tendrán representación en la próxima legislatura, si saben sumar a algunas diputadas y diputados que no tienen en sus partidos a los mejores aliados para sus ideas y propuestas, pues podríamos estar frente a un grupo que por lo menos dará batalla a la agenda regresiva que desde ya se vislumbra. Por lo tanto, destruir a la UNE es estratégico para quienes están poniendo “orden” en la finca.
Por último, por si no queda claro con todo lo anterior la situación que nos tocará vivir, la ofensiva contra el PDH es una ofensiva contra toda la población. Se trata de acallar la disidencia y ningunear los derechos que se han ido ganando en el país.