Raúl Molina
Las elecciones de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) se producen en la coyuntura de la crisis total del país: económica (aún para sectores empresariales), social, política, cultural, moral (la religión como instrumento terrenal y no para la salvación) y ética. Son momentos difíciles en los cuales solamente la juventud, al no tener aspiraciones materiales ni compromisos con terceros, con su desprendimiento y consecuencia, puede aportar sus esfuerzos, y no pocas veces ofrendar su vida, para producir la indispensable transformación. La AEU, en sus ya casi cien años de existencia, ha sido canal de la juventud para unirse a las luchas del Pueblo de Guatemala, excepto por un período de oscuridad, luego de firmarse el Acuerdo de Paz Firme y Duradera de 1996, en que intereses extra-universitarios la tomaron por asalto y la usaron para negocios particulares, intereses políticos partidistas y corrupción. Frente a esta mafia enquistada en la universidad, solamente la valentía de las y los estudiantes universitarios logró rescatarla, en 2017, para ponerla nuevamente al servicio de las y los estudiantes, la Usac y las mejores causas nacionales. El reconocimiento a la labor de Lenina García y su Junta Directiva ha sido generalizado -La RPDG le concedió el Reconocimiento a la Juventud en 2018.
Los logros de este grupo de estudiantes, herederos de acciones valerosas de Juntas Directivas del pasado militante de la AEU, están en riesgo ahora, al haberse presentado una planilla que es continuidad de la mafia que cooptó dicha asociación, coaligada con intereses espurios extra-universitarios vinculados al Pacto de Corruptos. Dejar que la asociación vuelva a delincuentes y corruptos, semejantes a los que han secuestrado los tres Poderes del Estado, sería una traición a la Memoria Histórica de la Usac, llena con figuras ejemplares. Como Oliverio Castañeda de León, cuyo nombre lleva la asociación, Antonio Ciani, Alejandro Cotí y miles de otros mártires del movimiento estudiantil, muertos, unos pocos en combate contra las fuerzas armadas y de seguridad, y la gran mayoría por acciones represivas del Estado contra la población civil, con desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. La “guerra sucia” desatada por el Estado guatemalteco, por encargo de Estados Unidos durante la llamada “Guerra Fría”, se centró, particularmente, contra el movimiento universitario progresista. Hoy, no se espera que las y los dirigentes universitarios tengan que sacrificar su vida; pero sí se espera que actúen con capacidad y probidad en favor de las mejores causas universitarias, como la reforma universitaria, y causas nacionales, como la lucha contra la corrupción y la impunidad, a favor de los derechos humanos, la democracia y el desarrollo, y en defensa de la soberanía y la dignidad nacionales. Al acudir a las elecciones este fin de semana, las y los estudiantes universitarios deben saber claramente si su voto fortalecerá a la renovada AEU o si se utilizará por las mafias, dentro y fuera de la Usac, para acciones despreciables. Una avalancha de votos debe pronto aplastar a delincuentes y corruptos.