Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras, también se puso a las órdenes de Donald Trump con el Acuerdo de Tercer País Seguro impulsado por el cargo de conciencia y el temor de que en el juicio a su hermano en Estados Unidos por relaciones con el narcotráfico, fuera él mencionado como alguien que ha recibido dinero de esas mafias del crimen organizado. Sin embargo, no logró la impunidad que buscaba porque el fiscal que lleva el caso de su hermano, Jason Richman, acusó al gobernante hondureño precisamente de haber recibido dinero nada más y nada menos que del Chapo Guzmán.
Nos imaginamos el sobresalto que debe haber habido en la Casa Presidencial de Guatemala la tarde de ayer cuando se conoció la noticia, sensacional en serio, de que Hernández de todos modos fue acusado, pese a su abyecta decisión de ponerse de alfombra de Trump para suscribir el acuerdo que obliga a que quien pase por Honduras y pida asilo en Estado Unidos, sea devuelto a Honduras porque es un “país seguro” en el que, de acuerdo con los tratados en materia de refugiados, debió hacer la solicitud original de asilo.
Y no es para menos, porque esa Casa Presidencial sigue apestando al cocido de gallina en crema con loroco. No es secreto alguno que la sumisión del Gobierno de Guatemala a las exigencias del de Estados Unidos se planteó como la gran esperanza de que los eructos de aquel suculento almuerzo no fueran a derivar en señalamientos en contra de Jimmy Morales por lo que habló con los agentes de la DEA que, encubiertos, se hicieron pasar por narcos en la hacienda de Mario Estrada.
Obviamente se pasó por alto que allá los fiscales no son como ha sido hasta ahora Consuelo Porras, haciendo caso ciegamente a lo que les dice el Presidente. Por muy autoritario que sea Trump, allá los fiscales actúan con independencia y por ello Juan Orlando Hernández fue señalado en el tribunal de Manhattan. Se podrá pensar que como con quienes se descosió Morales eran agentes de la DEA, que es una institución del Gobierno federal, el chaquetazo con Trump podría rendir frutos, pero no hay que olvidar que el caso Mario Estrada ya está en tribunales y que ahora es competencia de los fiscales el manejo de las investigaciones que se hicieron y que permitieron no sólo su captura sino también el inicio de un proceso legal en el que, según las malas lenguas, está negociando para reducir su pena y puede convertirse en mariachi.