Me imagino cómo se han de sentir los Fiscales que se encuentran en la mira de la Comisión anti CICIG luego de ver la fotografía de la fiscal general Consuelo Porras rodeada por los diputados, minutos después de que el vocero de esa comisión pidió a los de la Comisión de Finanzas que aumenten el presupuesto al Ministerio Público porque “ahora ya no se va a dedicar a la persecución política”. No es un secreto que dadas las condiciones de inmunidad que se establecieron para los integrantes de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, los únicos expuestos realmente a que se les pueda perseguir y procesar por lo que los anti CICIG establezcan como “abusos y delitos” en el desempeño de sus funciones, serán los fiscales de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad y el mensaje que les envió su jefa no es para nada alentador.
Ninguno de los otros funcionarios que han llegado a la Comisión de Finanzas a exponer sus necesidades presupuestarias ha tenido el “honor” de que todos los diputados le pidan que se tomen una fotografía con ellos. Pero el caso de la Fiscal General es muy especial porque ya sabemos que las asignaciones presupuestarias en este Congreso se manejan de acuerdo a los convenios que se hacen en los temas que interesan de manera directa a algunos diputados. Así fue con la asignación a la Corte Suprema de Justicia cuando rechazó las acciones de antejuicio contra el diputado Felipe Alejos y, por lo visto, así será ahora cuando se dispongan a tratar con manga ancha al Ministerio Público que de esa forma sella, con broche de oro, su acuerdo con lo que este Congreso y sus diputados representan.
Cuando se dice que están perdiendo las formas y olvidándose de cuidar las apariencias no es asunto de broma porque se ve que nada les importa ni les inmuta. La fotografía de ayer era necesaria simplemente porque les interesaba enviar clarito el mensaje de que todo está debidamente arreglado y pactado. Insisto en que ha sido romería de funcionarios pidiendo más pisto ante la todopoderosa comisión de Finanzas del Congreso, pero a ninguno le han dicho que al terminar su plañidera petición se coloque en el centro de tan especiales anfitriones para tomarse una fotografía para la historia.
Estamos viviendo momentos muy especiales y es obvio que la venganza más fuerte y directa se está dirigiendo en contra de aquellos fiscales que cumplieron su deber encausando a quienes había que encausar, pasando por alto las normas que regulan el régimen de la impunidad en Guatemala que es tan selectivo en cuanto a quiénes sí y quiénes no deben ocupar el banquillo de los acusados. Ahora les tocará enfrentar las consecuencias de esa osadía histórica que no reparó en poderes y privilegios, por añejos y consolidados que los mismos pudieran ser.
Consuelo Porras es, indudablemente, un personaje del agrado (para decir lo menos) del actual Congreso de la República y puede que con eso esté dicho todo lo que hay que decir.