Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Me ha tocado recientemente ser jurado en un certamen literario de niños y adolescentes de la ciudad de Guatemala y, al tiempo que he quedado complacido por las propuestas enviadas, tengo que reconocer la capacidad de los pequeños que expresan con sus plumas un universo del que creía absurdamente era privativo de los adultos.

Lo primero es la sorpresa.  Ver el esfuerzo por desarrollar una historia, llevar al lector por vericuetos sinuosos con la intención de provocar los efectos deseados.  Capacidad de síntesis, orden, redacción, ortografía y sintaxis.  La mayoría se aplicó por el éxito de sus propuestas, algunos lo lograron con bastante excelencia.

Seguidamente, y es lo más asombroso, experimentar cómo asumen los pequeños las experiencias de la vida: las frustraciones, las alegrías, la muerte, el amor y la amistad, entre tantos otros temas.  Los más osados se atrevieron incluso con “il giallo”, como llaman los italianos a la literatura negra, y hasta pinitos filosóficos que dejan boquiabiertos.

Llama la atención, asimismo, la inclinación por la literatura fantástica, género frecuentado por buena parte de los pequeños escritores.  En este aparecen los fantasmas y los monstruos, los eventos sobrenaturales y extraordinarios, la magia y la participación de criaturas inexistentes.  Todo, en un contexto frecuentemente de bondad y a veces con finalidades morales.

Asimismo, algunas propuestas expresaron la preocupación por el medio ambiente y la degradación social a causa de la violencia y la pobreza.  Es curioso porque los niños parecen captar algunas de las problemáticas globales que nos aquejan.  Frente a ellas, reclaman un mundo más justo y lleno de oportunidades.  No hay duda que no se sienten cómodos ni viven una falsa esperanza en un contexto donde algunos de sus protagonistas son sicarios a sueldo.

El lado filosófico quedó patente frente al tema de la muerte y la identidad.  Respecto al primero, la conciencia de la caducidad, el sinsentido de la vida cuando se reconoce la finitud.  Pero, sin tragedias, el planteamiento de una salida a causa de una existencia vivida con plenitud.  Sí, parecen decir, vamos a morir, pero eso no significa el absurdo… y buscan claves interesantes de respuestas.

Con relación a la identidad, uno de los cuentos plantea el esfuerzo por superar las fuerzas sociales que definen la propia naturaleza.  Si bien el protagonista sufre la influencia del medio, reflexiona en la importancia de no estremecerse y tomar control sobre sí mismo.  El intento comprensivo por dimensionar las esferas en las que se juega la identidad para asumirla de manera personal.

Como puede ver, no todo está perdido en nuestro país.  Más allá del vergonzoso universo político, la estupidez del Presidente y la complicidad de quienes le rodean, existe una generación de jóvenes que, en virtud de su capacidad creativa e inteligencia vivaz, abren posibilidades de transformación profunda en Guatemala.  Finalmente, buenas noticias entre tanto hedor y podredumbre patria.

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