Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Del miércoles medio día a hoy sábado me tocó intentar llenar el vacío que un rápido viaje de mi esposa dejó en los niños y en la casa, como sucede con las mamás alrededor del mundo. Gracias a Dios en mi caso fue solo por unos días y por un tema de gusto, lo que me ha hecho pensar en las miles de mamás, papás y niños que deben lidiar con separaciones de sus hijos por trabajo, enfermedades o para, literalmente, buscar la sobrevivencia ante la falta de oportunidades.

Vivimos en un país en el que, para los que opinamos sobre los temas de actualidad y coyuntura, nunca nos alcanza el espacio para abordar la diversidad de situaciones que se dan, pero el ajetreo de nuestra realidad también nos dificulta valorar situaciones que, por vivirlas de forma cotidiana, dejamos de dimensionar lo extraordinarias que son.

Vivimos en un mundo muy corrido y en la mayoría de casos los hombres somos papás, esposos y proveedores del hogar y muy pocas veces nos toca vivir un poco de lo que las mamás entregadas experimentan todos los días.

Las mamás han tenido, tienen y tendrán superpoderes que los hombres nunca hemos tenido, tenemos ni tendremos porque simple y sencillamente, son el centro de los matrimonios, las casas, las familias y la roca sobre la que se construye el mundo.

Los tiempos han cambiado, ahora hay más mamás que deben mezclar el ser esposas y madres con los oficios laborales y los días se vuelven un verdadero reto porque empiezan bien temprano y acaban muy tarde. Es la única forma de poder atender todo lo que la vida demanda.

Sentir lo que significa el oficio de las madres con las comodidades que da el tener oportunidades, con el apoyo del lujo menos valorado del mundo (la ayuda en la casa de mujeres entregadas y expertas para cocinar -chefs por experiencia-, profesionales en el cuidado y entretención de niños, etc.), me hace dimensionar y valorar más a quienes son ejemplo en sus casas y para sus familias sin tanto apoyo o comodidades.

Hay mamás que les toca lidiar con un horario completo de trabajo de 8:00 a.m. a 5:00 p.m., lo que en muchos casos significa salir a las 5:00 a.m. de su casa, para estar regresando a las 8:00 de la noche y los tiempos que conviven con los niños son muy cortos y sin duda alguna, saben que deben trabajar, pero eso no les quitará el sentimiento que genera el querer estar más con los hijos.

Las mamás de antes tenían que lidiar con más hijos que los que ahora se tienen y cierto era que los ritmos y estilos de vida eran otros, pero su esfuerzo y forma de encarar y guiar la vida en familia, fueron el precursor que guió el camino para las mamás de la actualidad.

Las mamás no controlan cuando un hijo se enferma, cuando un hijo no duerme, o se enfrenta a dificultades, cuando un hijo tiene necesidades que atender, retos que perseguir y sueños por cumplir, pero a pesar de no marcar esos tiempos, siempre está ahí. Como me dijo un amigo recientemente, “nosotros los papás a veces podemos irnos, que los hijos no lo sienten tanto como cuando es su mamá la que falta” y qué razón tiene.

El nuestro es un país de contrastes y por eso tampoco puedo dejar de pensar en la angustia de aquellas mamás que viven con la pena de qué le darán de comer a sus hijos o con la idea de que necesitan dejarlos y migrar localmente o al extranjero para granjearles oportunidades. Qué dura debe ser esa realidad y por eso no podemos claudicar en el esfuerzo de cambiarla.

Sirvan estas breves líneas para decir gracias a las mamás del país y a las mujeres de mi círculo que tanto me inspiran, especialmente mi mujer. Muchas gracias por todo lo que hacen y no cambien porque su forma de ser no solo alumbra el mundo, sino que nos enseña, alegra y marca el camino.

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