Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

post author

Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

La gran mayoría de los guatemaltecos no sabe mucho de los términos presupuestarios y financieros que utilizan los expertos en la materia pero, si usted amable lector le pregunta a cualquiera por qué no hay dinero suficiente para lograr excelente calidad en los servicios públicos en salud, educación, seguridad ciudadana o infraestructura, seguramente ninguno se quedará callado, diciéndole que la corrupción sigue campante en las finanzas públicas; que se permite el contrabando igual o peor que antes; que son muchos los gastos superfluos en la administración de los tres organismos del Estado; la cada vez más ineficiente recaudación tributaria; que la inútil burocracia sigue creciendo y tantas cosas más que por muchos años de sobra se han sabido, como que nada o muy poco se ha hecho para reducirlas o eliminarlas.

Con eso del Presupuesto de Ingresos y Egresos del 2020 el actual gobierno repitió la misma cantaleta, haciendo una gran alharaca por entregar al Congreso, con la inveterada publicación de fotografías y videos tratando de demostrar haberse quemado las pestañas preparando un Presupuesto que, al final de cuentas resulta ser la misma cosa, más elevado que el año precedente, llegando ahora a los casi 92 mil millones de quetzales, con una base de recaudación tributaria de 67 mil, lo que significa que la diferencia, otra vez, tendrá que ser cubierta con más endeudamiento y lo peor de todo, que quien va a ser nombrado Ministro de Finanzas ya dijo estar de acuerdo con el mismo y hasta se adelantó a pedirle a los diputados que lo aprueben tal y como está.

Así las cosas, aunque el guatemalteco tampoco sabe mucho de los tecnicismos de impuestos o sobre la recaudación de los mismos, ¿quién no ha padecido las trabas burocráticas para pagarlos? Sin embargo, los tramposos contrabandistas siguen internando tranquilamente la mercadería por aire, mar y tierra sin pagar un solo centavo. ¿Quién ignora que los gastos para costear los finos licores, anteojos de sol, zapatos tenis, uniformes y exquisitas viandas que sufraga la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad de la Presidencia de la República (SAAS) siguen imparables, como que cada vez son más elevados?; ¿No consta a todo el mundo que el costo de la flotilla de vehículos que están al servicio del Estado, como su mantenimiento y combustibles es asombrosamente elevado, pues además son utilizados para el uso personal de los empleados en horas y días no laborados?

Bueno, como siempre resulta insuficiente este espacio para citar el sinnúmero de casos que demuestran cómo se han venido malgastando los recursos públicos provenientes de impuestos y contribuciones, por lo que terminamos reiterando la propuesta de que si no se hacen drásticas y terminantes reducciones de gastos vamos a seguir igual, como que esta labor le corresponde hacerla al gobierno entrante y mientras más pronto sea mejor, sin apoyar ni un ápice el proyecto propuesto por un fracasado e inútil gobierno carente de confianza y credibilidad.

Artículo anteriorEstira y encoge
Artículo siguienteLo que no se ve de la elección de Cortes