En Guatemala presumimos de la estabilidad macroeconómica que muestra el país, pero pasamos por alto cuestiones fundamentales que se pueden detectar con el proyecto de Presupuesto General de la Nación que fue presentado al Congreso, no sólo el hecho de que seamos el país de la región que menos invierte en educación, sino el enorme nivel de deuda que ya tenemos y el que se va a contraer el año entrante de acuerdo con la propuesta del flamante gobierno.
Los ingresos tributarios para el año entrante fueron estimados en 67 mil millones de quetzales, cifra que implica un notable incremento en la recaudación con respecto a lo que se ha recaudado y con lo que cerrará este año. No hay una explicación de cómo se pretende aumentar la carga tributaria a esa cantidad que, de todos modos, es baja para un presupuesto de gastos que sobrepasa los 91 mil millones de quetzales, es decir que el déficit es de por sí enorme y obligará a suscribir deuda interna y a contratar préstamos para proyectos específicos los que, por cierto, el documento oficial ya contempla como si hubieran sido aprobados por el Congreso de conformidad con la Constitución de la República.
Se establece de entrada una nueva deuda mediante la emisión de Bonos del Tesoro por 17 mil 238 millones de quetzales, pero a ello hay que agregar que también se plantea emitir bonos para cubrir los Q500 millones que hay que entregar a los cafetaleros por la devolución del crédito fiscal mediante la adquisición de más deuda pública. Por si fuera poco, también se plantea emitir Q6 mil millones más en bonos para financiar los proyectos de la Agencia Nacional de Alianzas para el Desarrollo de Infraestructura Económica (ANADIE), las alianzas público privadas que debieran ser autofinanciables, pero que en nuestro peculiar estilo de hacer negocios serán financiadas con recursos públicos para crear negocios para los particulares.
En total estamos hablando, solo en lo que a deuda interna se refiere, de 23 mil 738 millones de quetzales, a lo que hay que sumar los préstamos que, como se apunta, ya se dan por aprobados por el Congreso y por dictaminados en forma favorable por el Banco de Guatemala y las instancias que tienen que ver con el trámite.
Cualquier empresa que tenga un déficit cercano al 25% de su presupuesto está en gravísimas dificultades, pero obviamente el Estado es diferente y los bonos aguantan con todo, aunque nuestra capacidad de recaudación sea terriblemente baja en comparación con los gastos, no digamos para pagar la deuda. Y eso sin contar que buena parte del dinero que se gasta termina siendo improductiva porque va a cubrir pactos colectivos en los que jamás se negoció mejor rendimiento de los servidores públicos y por ello la educación y la salud van como el cangrejo.
Párrafo aparte, porque no tiene nada que ver con el presupuesto, merece el tema de que la economía subsiste por las divisas que los despreciados migrantes, a los que el gobierno trata como chenca de puro, envían puntualmente a sus familiares y que es el motor del consumo existente. Ningún país tiene futuro si no tiene ingresos tributarios para sufragar su gasto e inversión y si no tiene producción interna sino depende de remesas.