Ayer, en el ataque contra periodistas y contra La Hora, el señor Morales dijo que todos somos malos, y agregó “si fueran tontos los podríamos exculpar”. Pues tomando sus palabras al pie de la letra, yo sí lo exculpo a usted porque además de mal hombre y prepotente, lo tengo desde hace rato calificado, de manera que usted es plenamente, de manera absoluta, sujeto de exculpación de acuerdo a lo que dijo ayer.
No hizo falta que llegara a la Presidencia para que fuera notable su calidad. La misma ha sido notoria desde sus tiempos de comediante y lo único que hizo el poder es exponenciar su falta de entendimiento para que más gente se diera cuenta, puesto que eso le abrió puertas hasta de cadenas internacionales, como Univisión y CNN en español, en donde hizo gala de su coeficiente intelectual.
Imposible entrar en un debate con alguien que a lo más que llega es a tener las calidades para ser exculpado, según sus propias palabras. Sería perder el tiempo querer razonar con quien, carente de entendederas, sólo puede recurrir a insultos que ni siquiera fundamenta ni sustenta. Es como aquel niño totoreco que, con tal de insultar, recurre al listado de las malas palabras que ha escuchado sin entender siquiera su significado, sino simplemente porque sabe que suenan mal, a insulto.
Dando la cara y de frente aquí he hablado siempre sobre el señor Morales y su conflicto de interés en el caso de la Comisión Internacional Contra la Impunidad. Aquí se ha demostrado que estuvo dispuesto a prorrogar el mandato, hablando bellezas de la CICIG, hasta que resultaron investigando su hijo y su hermano tras el testimonio de quien los señaló en el juzgado de haber proporcionado las facturas de Fulanos y Menganos para justificar una estafa que, por supuesto, quedó impune gracias a que ese tribunal fue el primero que expulsó de un proceso penal a esa Comisión. Y he dicho que todo se complicó más cuando usted mismo fue señalado no sólo de haber recibido dinero bajo la mesa de quienes después lo mangonearon a diestra y siniestra, sino que les dijo que no dijeran nada para que usted pudiera seguir presumiendo de hacer una campaña pobre, engañando a la gente que se tragó lo de ni corrupto ni ladrón.
No digamos la forma en que se empachó el día de la gallina con crema en loroco, cuando con los tragos de más que le suele rempujar la SAAS, se descosió con los agentes de la DEA que estaban allí para pescar a Mario Estrada y se toparon con un bocón que les ofreció el oro y el moro creyendo que eran del Cártel de Sinaloa. Eso abría las puertas para una acusación muy seria en su contra en los Estados Unidos y ameritaba cualquier jugada extrema para salvarse de ir a parar con Estrada en una cárcel norteamericana.
Cobardía, señor Morales, es ir a entregar a todo un país para meterse bajo las naguas de Trump, pretendiendo que eso le valga para dejar impune su borrachera y otros delitos que, como valientemente le dijo Jorge Vega, le pueden ser absueltos, pero de la justicia divina, del verdadero Dios, nadie escapa.