Arlena Cifuentes
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A principios de mayo de este año la Junta Directiva del cuerpo médico del Hospital Roosevelt dio a conocer que aún no se les había realizado el pago correspondiente a sus demandas por una dignificación salarial como resultado de la lucha librada desde el mes de julio de 2018. El monto aprobado por el Congreso en el mes de noviembre y trasladado a la cartera de Salud fue de Q601 millones.
Es importante tener claro que el sindicato mayoritario de trabajadores de salud (SNTSG) y el gremio médico son dos movimientos reivindicativos distintos. Los médicos residentes y los “jefes” de estos no están sindicalizados. Sin embargo, al igual que a los sindicalistas también a los médicos residentes no se les ha cumplido con hacerles efectivos los acuerdos alcanzados el año pasado.
Sobre la base de excusas y justificaciones utilizadas por el Ministerio de Salud los médicos residentes de los hospitales nacionales siguen a la espera –les falta garra– de que se les haga efectivo el pago del ajuste salarial correspondiente a los primeros meses del presente año, aceptando argumentos que tienen que ver con la complejidad de los procedimientos que le hacen imposible al Ministerio cumplir con lo que le corresponde. No obstante y haber asegurado el ministro Soto que en el mes de mayo esto sería una realidad.
El primer ofrecimiento fue hecho para el mes de abril. En abril se les informó que se haría efectivo en mayo. El 30 de mayo se ofreció que se depositaría conjuntamente con el Bono 14 en julio. Luego se les hizo saber que se les pagaría a finales de agosto. La semana pasada, el 30 de agosto se hizo efectivo el pago a los “jefes”. Hay que reconocer que la estrategia utilizada probablemente rinda sus frutos, ya que los galenos satisfechos y agradecidos ya no presionarán en favor de los residentes y probablemente impidan que estos se declaren en Asamblea Permanente si así lo decidieran, lo cual es bastante difícil, ya que al momento de finalizar estas líneas, tienen tan bien puesta su dignidad que han decidido seguir esperando hasta el 14 de enero del 2020 cuando el ministro Soto entregue el puesto.
No se puede pedir “peras al olmo”. La educación universitaria no conlleva en sí misma la formación de “ciudadanía” ni tampoco proporciona la fuerza de una dignidad bien cimentada. Este gremio como el resto de otras áreas del conocimiento, pero todos guatemaltecos al fin, se constituye en la suma de “simples habitantes” de esta tierra: indiferentes, autómatas, displicentes a quienes les vale todo.
Ocho meses han transcurrido desde que se acordó el incremento salarial como respuesta a la demanda por la dignificación del gremio médico ante un ministro que declara y aboga por la transparencia. ¿Qué explicación creíble puede tener este atraso? ¿En dónde están los fondos que fueron trasladados a la cartera de Salud para realizar los desembolsos para la dignificación del gremio médico?
El ministro Soto se respalda en un amparo vigente cuyo contenido dice que los servicios de salud para la población no pueden ser interrumpidos por motivo alguno. El amparo queda sin vigor cuando hay carencia de medicamentos, instrumentos o equipo dañado y esto provoca la muerte de guatemaltecos ocasionada por la incapacidad y negligencia del Ministerio a su cargo.
Los ofrecimientos constantemente incumplidos siembran legítimas dudas mostrando un irrespeto absoluto a quienes se la juegan diariamente –son una minoría– con profesionalismo, ética, responsabilidad y el compromiso inherente a la carrera dejando parte de su vida y de la precaria salud que aún les queda para cumplir con la misión que un día escogieron: salvar vidas.
¿En dónde quedó la dignidad del gremio médico?