Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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A propósito del “desayuno nacional de oración” organizado por la Guatemala Próspera, la semana pasada, donde se dieron cita (y también su palmadita en la espalda) los presidentes de los tres poderes del Estado de Guatemala, entre otras personas, creo conveniente recordar que Guatemala es un Estado Laico en el cual se separa por completo la intromisión religiosa en asuntos de gobierno.

A lo largo de la historia se ha podido comprobar que las teocracias han sido nefastas, son regímenes donde se reprimen las libertades individuales, se prohíbe la formación de un criterio propio fuera de los límites establecidos por dicha religión y como colofón se debe aceptar al “elegido” por Dios para que gobierne a los ciudadanos. Como se puede apreciar, estos principios son diametralmente opuestos a los de una democracia republicana, donde se respetan las libertades individuales, uno tiene derecho a formarse su propio criterio y además los gobernantes son mandatarios de los ciudadanos que los eligen libremente por medio de elecciones (en el caso del sistema presidencialista) o indirectamente a través de un Parlamento (en el caso del sistema parlamentario). El caso es que son los mismos ciudadanos quienes controlan su destino, el cual viene de un “designio divino”.

Volviendo al tema del mentado desayuno en Guatemala, desde hace un lustro la organización fundamentalista Guatemala Próspera lo ha llevado a cabo anualmente copiando al desayuno que se realiza todos los años en Washington D. C. desde la década de los 50 del siglo pasado, y donde ya fue invitado nuestro Presidente como premio luego de haber trasladado, en servil actitud con el gobierno de los Estados Unidos de América, nuestra embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Es verdaderamente peligroso para nuestro remedo de democracia, que organizaciones fundamentalistas, sin importar la religión que puedan profesar, tengan una puerta abierta donde pueden influir en nuestros gobernantes y en las decisiones que toman por nosotros. Lo anterior lo expreso sin importar que dicha influencia la pueda ejercer una secta evangélica o católica (tenemos ejemplos de colegios que pertenecen a determinada secta católica en donde no sólo esconden los casos de bullying en sus establecimientos, incluso los fomentan y encubren a quienes cometen dichos actos). El tema es que, si pretendemos tener una democracia representativa donde todos los ciudadanos somos personas libres, con iguales derechos y obligaciones ante la ley, la influencia religiosa de cualquier índole nos aleja del ideal de dicho sistema de gobierno y nos acerca al totalitarismo. Esto ha sido cierto para los egipcios, mayas, incas, chinos, persas y prácticamente todas las civilizaciones que han existido en la historia de la humanidad.

Me causa especial extrañeza que los defensores de la libertad, que dicen llamarse libertarios, mantengan silencio cómplice ante esta atrocidad. El mío no es solo un llamado de atención ante esta situación, es una protesta que hago como ciudadano, donde expreso mi total rechazo a la participación de nuestros gobernantes (a quienes mantenemos con los impuestos que pagamos) en actos religiosos, como el “desayuno nacional de oración”, en donde grupos religiosos ejercerán presión para pasar su agenda particular, el único y verdadero interés de estos fariseos.

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