Juan José Narciso Chúa
La economía mundial presenta serias señales que apuntan a una potencial contracción que podría conducir a una recesión económica seria. Así, por ejemplo, Alemania ha sufrido una serie regresión en sus indicadores y sus autoridades lo avizoran como resultado de un conjunto de situaciones internas y externas, pero sus resultados los sitúan principalmente en toda la incertidumbre que ha generado Estados Unidos en su presión constante sobre varios países, con los cuales mantiene relaciones comerciales importantes, y a quienes ha amenazado o ha impuesto ya aranceles a las importaciones de sus productos en Estados Unidos.
El entorno internacional en el ámbito económico ha mostrado señales serias como se pudo observar en los índices internacionales bursátiles como el caso del Dow Jones y otros que en la semana pasada mostraron una caída en el índice de sus valores bursátiles más importantes y aunque no ha sido constante, si encendió las alarmas puesto que el mercado de valores es el indicador inmediato de una economía que muestra un comportamiento hacia la baja.
Mientras tanto, el presidente Trump, continúa en su presión internacional, tanto en el ámbito político como es el caso de Irán y en forma combinada en el caso de China, a quien no sólo presiona con reducir su arsenal nuclear, sino además persiste en incrementar los aranceles a las importaciones de China a Estados Unidos.
China, por su parte, no se ha amilanado, al contrario, ha tomado decisiones económicas inmediatas y el marco de una potencial caída de sus exportaciones. Primero, como acción de represalia -propia del comercio internacional-, ha incrementado también los aranceles a importaciones de Estados Unidos que llegan a China. Segundo, devaluó inmediatamente el yuan como una forma de impulsar las exportaciones y deprimir las importaciones.
La política comercial de Estados Unidos que se ha mantenido casi desde la llegada del presidente Trump a la Presidencia de ese país, ha sido la amenaza permanente con los aranceles como medida de presión, para que -según él con ello ayudar a las empresas americanas productoras de distintos bienes que compiten con importaciones de diferentes países–, se mejore la economía estadounidense; sin embargo, esto contrariamente a lo que piensa Trump –que en economía seguramente es un neófito–, ha provocado que las mismas empresas ubicadas en el territorio estadounidense, le ha pedido que no continúe con esta presión, pues muchas de ellas maquilan sus productos en países allende a Estados Unidos, aprovechando economías de escala propias de dichos países.
Mientras tanto en Guatemala, la situación ha venido señalando una desaceleración económica desde hace algunos años. Ello ha provocado que el PIB aunque todavía es positivo, no despegue más allá del 3%, parece que alrededor de esta cifra se mantendrá este año. Las exportaciones han mostrado una seria tendencia a la baja, producto de la conjugación de caída de precios internacionales de distintos productos, principalmente. En el caso de las importaciones, las mismas continúan todavía cómodas con un tipo de cambio que les favorece, pero su capacidad de articular capacidades productivas internas todavía es débil, siendo las importaciones de consumo las mayoritarias. La inversión geográfica bruta muestra también que la inversión pública incluso ha sido negativa en muchos años, superada claramente por la inversión privada, pero en general la tendencia es decreciente, aunque este año se asignó una mayor cantidad a la inversión pública para impulsar la demanda agregada, pero todavía los resultados son inciertos. La situación económica como se puede observar no es del todo positiva, lo cual, sumado una crisis política sin resolverse, deja la condición de nuestro país en una situación muy frágil.