Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
El día de ayer el asesor de la Casa Blanca, Mauricio Claver-Carone, publicó un video que en Guatemala fue utilizado por los mismos que usan la palabra certeza cual ingrediente en todas las recetas, como herramienta para decir que con lo explicado por el asesor de Donald Trump se debía de dar por zanjado el asunto, que era momento de abrir los ojos para ver los beneficios, que las visas valen el acuerdo y, para no variar, que cualquier problema será culpa de la Corte de Constitucionalidad (CC).
Pero me llama poderosamente la atención y por eso incluyo el punto de la certeza porque si eso fue lo acordado, ¿por qué no fue eso lo plasmado en el documento? ¿Por qué en el Acuerdo de Tercer País Seguro no se limitó solo a salvadoreños y hondureños? ¿Por qué no se habló de los gastos? ¿Por qué no se hizo un apartado de contraprestaciones y se habló de las visas como algo fundamental en el acuerdo?
Podrán decir misa, pero los señores que hablan de certeza sabrán o les podrán explicar que alguien puede decir lo que le dé la gana en torno a una negociación, pero lo que en realidad manda es lo que está pactado y plasmado en los acuerdos que rigen la misma. El día de mañana, si entrara en efecto el acuerdo, nadie podría alegar algo diciendo que no obstante lo que consta en el documento, está el video del señor Claver-Carone diciendo lo contrario porque a un juez le daría risa.
Es como que un vendedor que, con tal de cerrar, dijera que las llantas de un carro nunca hay que cambiarlas y a la vez le entreguen al comprador un certificado emitido por el fabricante en donde dijera que la vida útil de las mismas es de X años, pero lleguemos felices a la casa a decir que la persona nos dijo que nunca en la vida debemos cambiar las llantas a pesar de lo que dice el certificado emitido y entregado al cliente. Sonora sería la carcajada.
Si este acuerdo no se hubiera negociado en secreto y con intenciones de impunidad (del lado de GT) y electorales (de las de EE. UU.), sin duda lo dicho por el asesor habría sido contemplado en el acuerdo e informado claramente a ambos pueblos.
Yo insisto que hay muchas cosas que se pueden negociar, pero debemos partir de los puntos correctos y tener las motivaciones correctas. El tema de los fondos no es solo decirlo y soplar botellas y en lo de las visas, es clave la cantidad y los mecanismos de identificación porque ofrecen, en el mejor de los casos, 24 mil y solo de enero al 12 de agosto se registran 66 mil 819 personas deportadas (terrestre y aéreo). En el 2018 de enero a todo agosto se deportaron 61 mil 671.
En los datos a julio del año fiscal de Estados Unidos que vence en septiembre, se reportaba que habían sido detenidos en la frontera 250 mil guatemaltecos, 229 mil hondureños y 80 mil salvadoreños, según cifras de Homeland Security.
De tal cuenta que en este caso falta mucha tela que cortar, mucho que negociar y por eso bien haría el presidente electo, Alejandro Giammattei, en forzar esas negociaciones y no solo limitarse a querer que no le digamos por su nombre al Acuerdo de País Seguro y demandar de Jimmy Morales que no negocie para evitar ser el próximo Juan Orlando Hernández.
Y para los que piden certeza (como debe ser), que entiendan que la certeza aplica siempre. Debe regir para quien se le emite una licencia, pero también debe haberla en la manera en la que se emite porque eso también es certeza. Que cuando hablan de transferencia de capacidades, sea con la certeza que se transfieran y no se pierdan. Certeza implica que lo que diga un acuerdo refleje su verdadera intención sin necesidad de videos cuyas palabras se las llevará el viento y no entrarán a las cortes en las que se evaluará lo que está plasmado, avalado por las partes con su firma.
Insisto, negociemos, pero no nos entreguemos y menos aún por impunidad…