Factor Méndez Doninelli
Homenaje a la memoria de las víctimas, de mujeres, madres, esposas e hijos que luchan contra la impunidad, exigen juicio y castigo a responsables.
La semana anterior, gracias a invitación recibida del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), tuve el privilegio de participar en un emotivo encuentro con Estela de Carlotto, Presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, la emblemática organización de madres y abuelas de familiares que en el siglo pasado fueron detenidos desaparecidos por la dictadura militar argentina. Fue un honor personal compartir con la distinguida representante de las mujeres argentinas quienes desde la resistencia pacífica, lograron visibilizar ante el mundo el perverso crimen de lesa humanidad practicado por los militares contra sus adversarios políticos. La perseverancia de su lucha ha logrado recuperar más de 100 nietos, hijos de los detenidos desaparecidos. ¡Admirable ejemplo en defensa de los Derechos Humanos DD. HH.!
El 30 de agosto de cada año, se evoca a nivel mundial el Día Internacional del Detenido Desaparecido, apelativo que alude a las víctimas de desaparición forzada o involuntaria, una modalidad criminal que desde las décadas de 1960 hasta principios de 1990, emplearon las dictaduras militares en América Latina como parte de las técnicas contrainsurgentes aplicadas en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN).
La desaparición forzada o involuntaria es considerada una grave violación de DD. HH., es un crimen de lesa humanidad, que casi siempre lo cometen gobiernos civiles y militares de corte dictatorial y autoritario, dirigido contra opositores políticos. Esta práctica fue usada en diversos países, tuvo su origen en el entrenamiento que recibieron los militares en la Escuela de las Américas, patrocinada por el Gobierno de Estados Unidos y que como es sabido, funcionaba en la Zona del Canal, República de Panamá. En dicha escuela, oficiales de las fuerzas armadas latinoamericanas incluyendo guatemaltecos, fueron entrenados por sus pares estadounidenses para reprimir protestas sociales, detener, torturar y desaparecer a los adversarios políticos a quienes se señalaba de subversivos.
La detención ilegal y arbitraria de personas, fingiendo que se trataba de un secuestro, sometía a la víctima a tratos crueles e inhumanos, a torturas físicas y psicológicas, mientras, los aparatos oficiales de información negaban a familiares y amigos, saber sobre el paradero de la persona buscada. Luego, la víctima era asesinada y su cadáver ocultado. Para deshacerse de evidencias, los militares usaban aviones y helicópteros desde donde los cuerpos eran lanzados al mar, a cráteres de volcanes activos o a lugares lejanos de difícil acceso.
Esto también ocurrió en Guatemala durante el Conflicto Armado Interno, más de 45,000 personas están desaparecidas, muchas víctimas fueron a parar al Océano Pacífico, otras al cráter del volcán Pacaya o enterrados en cementerios clandestinos. En 1972, siendo Asesor Jurídico de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) de la Universidad de San Carlos, descubrimos un cementerio clandestino en el cráter del volcán Pacaya. Años después, un grupo de dirigentes del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), fueron capturados, torturados y desaparecidos, sus cuerpos lanzados al mar desde un avión militar. Diversas fosas clandestinas, han sido descubiertas en las sedes de los comandos militares.
Pese a esto, el Estado se niega a crear el sistema nacional de búsqueda e identificación de personas desaparecidas durante el Conflicto Armado Interno, los poderes fácticos y ocultos impiden conocer la verdad.
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