Por Jorge Santos
La Real Academia, nos refiere que la alienación es el proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. A su vez, nos da una definición en el orden de la psicología la cual se refiere a un estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad.
La oligarquía guatemalteca conocedora de esta condición, ha diseñado una serie de instrumentos que son utilizados para alienar y producir disociación de la población de su realidad circundante. Mientras mucha de la población sometida a condiciones de vida indignas busca, aunque sea por pequeños instantes, salir de su estado emocional de estupor permanente, una Segunda Vuelta Electoral daba vida a la muestra de alienación más profunda.
Según Prensa Libre más del 76% de la población desaprueba la gestión de Jimmy Morales en más de tres años de Presidencia y el 72% aprueba el trabajo que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala -CICIG-; aun así un pírrico 43% de las personas aptas a votar, salió a emitir su voto y de manera alienada un porcentaje escogió a un personaje, que al igual que Jimmy detesta la labor de la CICIG, representa los mismo intereses de Jimmy y sin lugar a dudas existen algunos actores que tuvieron un papel central durante el período presidencial de Morales.
Asimismo, desde el 2017 se conoce cada vez más, de denuncias públicas sobre la intromisión de operadores políticos de la Presidencia, de actores del empresariado guatemalteco y otros actores en el Sistema de Justicia, sin que la indignación social, se convierta en procesos de organización y movilización.
Mientras la impunidad se apodera de los tres poderes del Estado y se rompe con la independencia entre dichos poderes, las mayorías trabajadoras, realizan sus actividades no para satisfacer sus necesidades básicas, sino para engordar las cuentas bancarias de unos cuántos empleadores, que en el marco de la alienación total se creen dueños de la fuerza de trabajo de la población y por ello creyentes que los salarios de hambre que pagan son “justos”.
Esta imposición en las relaciones de producción a través de la vieja premisa del “pan y circo” montado por las élites, han producido un rompimiento de la solidaridad entre los excluidos, los trabajadores y ya no digamos entre aquellos que con mejores posibilidades son más solidarios con su opresor que con sus pares.
De tal cuenta, que esta alienación que produce un modelo de Estado y de Desarrollo saqueador de los magros recursos económicos que percibe el Estado y de los recursos naturales en los territorios, tiene una enorme ventaja frente a lo que pareciera ya la anomía social. De esa cuenta, la alienación es sin lugar a dudas una importante columna del retroceso existente en materia democrática y permite a los corruptos y transas imponer su dictadura a sabor y antojo.