El Ministro de Gobernación se convirtió ayer en el vocero de la extorsión al advertir él mismo que se nos vienen las sanciones anunciadas por Trump si la Corte de Constitucionalidad no resuelve rapidito y sin más trámite, el amparo provisional relacionado con el Acuerdo de Tercer País Seguro que el Gobierno de Guatemala insiste en disfrazar de otra manera. Así como el jefe de la banda de extorsiones envía a sus testaferros a repetir la amenaza a sus víctimas para que no duden en pagarles pronta y puntualmente, ahora llega el mensaje de Degenhart recordando que Trump ya dijo que si no nos ponemos de culumbrón nos va a llevar la tristeza.
Pero dijo, además, que los gringos “no entienden” cómo es que un acuerdo celebrado “transparentemente” es detenido por una Corte. Falso de toda falsedad porque en Estados Unidos sí que saben que no existe poder absoluto y que el Sistema Judicial funciona como un control y contrapeso para evitar abusos. Las mismas órdenes ejecutivas del presidente Trump han sido detenidas por tribunales ordinarios, no digamos si el caso llegara a la Corte Suprema de Justicia y por lo tanto saben que el control judicial es no sólo común y corriente, sino que se tiene que acatar aunque desagraden las resoluciones.
En Guatemala es donde no se entiende lo que significa la legalidad y el contrapeso de las instituciones. Por eso es que no quieren llevar el Acuerdo al Congreso y se afirma que el mismo se negoció de manera transparente, cuando todo mundo lo que más criticó fue la forma opaca utilizada para llegar a un entendimiento con la Casa Blanca.
Suscribir un acuerdo internacional que afectará a nuestro país y hacerlo bajo la extorsión que significa la amenaza concreta de que impondrán aranceles a los productos guatemaltecos, se gravarán las remesas familiares y una prohibición de viaje para que guatemaltecos entren a Estados Unidos, es una auténtica traición a la patria porque lo que el Gobierno debería hacer es protestar con energía por la forma en que se quiere poner de rodillas a Guatemala para que acepte el capricho de quien evidentemente considera a nuestros migrantes como seres de ínfima categoría, porque ahora insiste en que los que soliciten ingreso a Estados Unidos tienen que ser personas con recursos económicos que no lleguen a “sangrar” a ese país, como si los nuestros con su trabajo, sudor y lágrimas, no estuvieran aportando tanto para la prosperidad de infinidad de negocios que los utilizan como apreciada mano de obra.