Danilo Santos

dalekos.santos@gmail.com

Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

post author

Danilo Santos
desantos.salazar@gmail.com

El empeño en descalificar la crítica a su actuar gubernamental e instalar en el imaginario colectivo que quienes adversan las decisiones del Ejecutivo son malos guatemaltecos, es propio de mentes obturadas y cuasi dictatoriales. Si observamos detenidamente al ministro Degenhart mientras comparece ante los medios para “hacernos entender” lo que significan los acuerdos firmados por el Gobierno a través de sus ministros, es fácil ver en su lenguaje quinésico el enojo y desprecio que le provocan los cuestionamientos sobre lo firmado por él, su voz sale con desgano y la comisura de sus labios refleja la superioridad que, según él, tiene respecto a los “malos guatemaltecos” y los periodistas. Esto es particularmente interesante porque tanta seguridad en sus actos, a pocos meses de dejar el cargo, solo denota que da igual quién gobierne, será los Estados Unidos quien marcará una nueva época en el quehacer político en Guatemala.

A solo siete días de elegir la Presidencia de la República, no hay discusión pública de propuestas, ni siquiera del Acuerdo de Tercer País Seguro, que para Morales no es eso sino acuerdos bilaterales en materia de migración; como les quieran llamar, estos deberían ser conocidos y discutidos por los partidos y candidatos que disputarán la Presidencia. Deberían, además, ser conocidos ampliamente por la población, por mucho que Jovel y Degenhart digan que las negociaciones no se dan a conocer porque afectan dichos procesos, lo cierto es que esconden el contenido y marean con lugares comunes para que no se entienda nada. Es más, amenazan a quienes tenemos dudas y no nos tragamos su verborrea triunfalista.

Me pregunto si estos geniales acuerdos no se les pudieron ocurrir hace cuatro años, o es que simplemente no tienen opción ahora que el presidente Trump está en campaña y necesita dar resultados a los votantes republicanos más recalcitrantes. Por otro lado, a todas luces, los acuerdos firmados favorecen abiertamente a quienes propusieron y lograron que pasara la iniciativa en el Congreso de la República de trabajo por tiempo parcial, crearan una competencia de mano de obra barata que no será a favor de los guatemaltecos sino de los empresarios. Además, la defensa oficiosa de los exportadores, Cámara del Agro y CACIF, van en consonancia de lo leonino que resultarán los contratos laborales con los que seguirán enriqueciéndose y diciendo que generan empleo y oportunidades.

Bien lo dijo el impresentable y ya más que nefasto presidente Morales, somos mano de obra barata. Y ahora quieren que salvadoreños y hondureños también lo sean. Eso sí, en palabras del propio Degenhart, no queremos que vengan “mujeres embarazadas en el tercer trimestre, personas con discapacidad” o cualquiera que no sea explotable. Estos acuerdos son perversos y muestran la moral de quienes esquilman a la población guatemalteca y ahora a la del Triángulo Norte.

La tibieza conque los candidatos a la Presidencia están abordando todo lo anterior, solo deja ver que están dispuestos a asumir la subalternidad que Trump le impone al país. Y por si fuera poco, de lo único que hablan con fuerza es de su compromiso con la “vida y la familia”, apoyando públicamente la iniciativa 5272, la cual es claramente regresiva en materia de derechos humanos. Falta mucho para que en política se vean reflejados los intereses de la población y no como ahora, de un gobierno extranjero y la ultraconservadora iglesia evangélica.

Artículo anteriorFeliz día abuelos
Artículo siguiente¡Qué vivan las y los estudiantes!