Edgar Villanueva
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Estas últimas semanas, hemos visto cómo el tema migratorio ha copado la discusión nacional, especialmente en torno al acuerdo migratorio firmado por el Gobierno de Guatemala con el Gobierno de los Estados Unidos. Los temas complicados que este acuerdo involucra, han sido capturados por los dos extremos del espectro político-coyuntural de nuestro país para, una vez más, enfrascar a los guatemaltecos en discusiones bizantinas en las que pocos ganan, y muchos pierden.
En este mar de confusión, me gustaría hablar un poco de algunos elementos del fenómeno migratorio que un reciente estudio de Creative Associates ha puesto en la mesa y los cuales pueden ser útiles para dirigir, con estadísticas y ciencia, este barco a la deriva que parece ser el tema migratorio en Guatemala. Asimismo, hablar sobre la importancia de distinguir entre los factores expulsores de migrantes y aquellos que fomentan la migración.
Según el estudio, la principal motivación del guatemalteco para pensar en migrar es la falta de oportunidades económicas (62%). Esto no es secreto pues, si no alcanza el dinero y si no hay esperanzas de crecimiento y superación, las personas buscarán otros lugares donde poder realizar sus sueños. (Que existan aquellos que trabajan arduamente para impedir que las empresas provean trabajos bien pagados, solo confirman que seguimos capturados por los extremos, pues nadie en su sano juicio escogería esas vías para hacer valer sus posiciones).
Otro de los elementos interesantes del estudio es que ser receptor de remesas es otro factor determinante en mi decisión de migrar. Algunos podrían pensar que recibir remesas mensualmente sería un factor que me acomodaría en mi país. Sin embargo, el estudio pareciera sugerir que la remesa genera la certeza de una vida mejor y se convierte en un aliciente para dejar el país.
Los dos factores descritos anteriormente son opuestos en un sentido, uno es un factor expulsor (la falta de oportunidades) y otro es un factor que fomenta la migración (las excelentes oportunidades que existen en Estados Unidos) y ambos deben de ser abordados de manera distinta y pragmática. Por ejemplo, ayer uno de los expertos mencionaba que quien es deportado tiene altas probabilidades de volver y que se han invertido, y posiblemente desperdiciado, millones de dólares en programas para la reinserción de deportados. Expresaba que habría que analizar si esos millones pudieran ser invertidos en aquellos que no han migrado y a quienes se les puede asistir para que permanezcan en el país.
Haciendo eco a la reflexión anterior, considero que la complicada situación actual nos presenta la oportunidad de abordar el tema migratorio con la certeza que nuestros compatriotas se están yendo en búsqueda de oportunidades y que, de tenerlas en nuestro país, no dejarían su país. En consecuencia, nuestros esfuerzos se deberían de concentrar en generar condiciones favorables para aquellos que están pensando migrar. Asimismo, invertir recursos y tiempo en construir instituciones fuertes y un ambiente propicio para la inversión para poder multiplicar las oportunidades para las futuras generaciones de guatemaltecos.