Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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Adolfo Mazariegos

Durante los últimos años, paralelo al advenimiento de las tecnologías a través de las cuales hoy podemos tener acceso a Internet y al cúmulo de las llamadas redes sociales, ha empezado a darse paulatinamente una mutación del conglomerado social hacia lo que bien podríamos denominar La sociedad de la libertad supuesta. Una sociedad para la cual el concepto de libertad, como parte de la vida cotidiana, se refiere a un estado distinto al de nacer y vivir libres, y cuyo advenimiento no podría haber sido de otra manera en tanta etapa de la vida humana en sociedad. Al hablar de libertad y de supuesto, sin embargo, preciso resulta indicar previamente que, al hacerlo, como quizá cabría suponer, bien podríamos estarnos refiriendo a lo que se esperaría que debiera (o pudiera) darse en el marco de una sociedad. No obstante, en este caso, el sentido va en dirección de aquello que se asume que está produciéndose cuando en realidad se está produciendo algo distinto, es decir, no es algo que se espere que suceda, sino algo que se asume (que se supone) está sucediendo. Y en tal sentido, la historia humana ha dado ejemplos claros de los cambios que se han operado en la sociedad (sociedades, para no ir en contra de la pluralidad, por razones obvias, en este caso) y de cómo esos cambios han sido asumidos a través del tiempo y de cada etapa histórica de acuerdo a sus propias particularidades y signos distintivos. Parafraseando al profesor Byung-Chul Han, podríamos decir que toda época tiene sus enfermedades emblemáticas y que, como es de suponer, llegan a su fin o remiten una vez se ha encontrado la cura, cabe indicar que, ciertamente, cada etapa del desarrollo humano en sociedad ha tenido particularidades determinadas que las distinguen y que las hacen únicas, es decir, cada época, en el marco del desarrollo histórico de la humanidad, es irrepetible, intrasmutable, y ha tenido (como hasta hoy) sus propias problemáticas en tanto se van sucediendo inexorablemente los avances de la ciencia y la tecnología. La libertad que la sociedad de hoy día asocia a la utilización de redes sociales (e Internet en términos generales), es una libertad supuesta, en virtud de que asume que tiene el control en la toma de decisiones con respecto al uso, contenidos, datos personales, etc., cuando en realidad todo ello forma parte de una suerte de ilusión mediante la cual se piensa que, mientras más activo se es, más libre se vuelve. Foucault nos hablaba en su momento de una sociedad disciplinaria; Byung-Chul Han habla de una sociedad del rendimiento y de una sociedad del cansancio; pero, en honor a la verdad, hoy día estamos en una etapa histórica en la que no es posible ver hacia adelante sin la existencia de todo lo que nos hace suponer más que lo que ocurre en realidad. Heidegger indicaba que “los límites a la acción, convierten la libertad en algo finito”; yo agregaría que, hoy día, también la convierten en algo supuesto.

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