Donald Trump no es una persona que sea reconocida por su amplio conocimiento y, sin duda, en el caso de Guatemala está de verdad en gallo y no entiende lo que ocurre en este país y está siendo manipulado astutamente por una pandilla de corruptos que no vacilan en comprometer a toda una nación con tal de lograr su cometido de lograr impunidad. El Presidente de Estados Unidos ha escogido el tema de la migración irregular como eje central de su campaña de reelección y para ello ha ido generando entre sus electores el sentimiento xenofóbico en contra de los centroamericanos que están llegando a ese país desesperados por la vida que les toca llevar en sus países de origen.
Pero debe saber el señor Trump que en estos países está aumentando la migración precisamente porque en los últimos años se ha agudizado la pobreza y el abandono, ya que los gobiernos se dedican a robar y enriquecer a sus funcionarios en vez de atender las necesidades de la gente. Y en los casos de Honduras y Guatemala los Estados Unidos tienen una gravísima responsabilidad porque, en el primero de los casos avalaron la fraudulenta reelección del Presidente hondureño, mientras que fueron el puntal de apoyo para la decisión de Morales de acabar con la lucha contra la corrupción, expulsando a la CICIG que lo había agarrado a él y su familia con las manos en la masa.
El Gobierno de Guatemala ha centrado su función en dos objetivos fundamentales que son el enriquecimiento de los funcionarios y acabar con el esfuerzo en contra de la corrupción que venían realizando la CICIG y el MP durante la anterior gestión. Lo demás, incluyendo la pobreza y la desnutrición, les vale gorro y por eso el aumento de la migración que se ha vuelto brutal en los últimos años. Trump habla con ignorancia de que los guatemaltecos han organizado caravanas, siendo que las mismas han salido de Honduras y El Salvador, mientras nosotros tenemos una migración silenciosa pero constante que día a día enriquece a muchos coyotes que hacen su agosto aprovechando la miseria de la población y la indiferencia de las autoridades.
Morales se puso de alfombra de Trump con lo de la embajada en Israel para que le apoyara en la expulsión de la CICIG y lo logró. Ahora lo vuelve a hacer porque teme que en el juicio en Nueva York contra Mario Estrada se le ligue también a proceso por las babosadas que habló con los agentes de la DEA en Jalapa cuando creía que estaba comiendo gallina con loroco y chupando con miembros del Cártel de Sinaloa a los que se había ofrecido la entrega del país entero a cambio de millonarias sumas. El pobre no entiende, y habrá que explicarle, que en Estados Unidos ni siquiera Trump con su autoritarismo puede detener un proceso judicial como el que se le puede venir por andar donde no debe. Y es esa angustia la que lo ha llevado a querer poner en bandeja todo el país a un Trump que no le agradecerá nada porque para él no hay aliados sino gente útil de momento, como pueden atestiguar Cohen y otros antiguos íntimos suyos.