Mario Alberto Carrera
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Por diversas causas –casi todas medio aviesas y verecundas- con las que cada día enfrenamos la jornada los guatemaltecos como por ejemplo que el primo o el cuñado del “benévolo” y “benigno” Presidente In-Morales se enfrenta con la justicia (como antes el hijo y el hermano); o la inverosímil noticia escabrosa y aterradora de que un montón de diputados al Parlacen o al Congreso tienen procesos judiciales por causas diversas que van desde plazas fantasma, abanicos de coimas y terminando en el transfuguismo que el pérfido Tribunal Supremo electoral les permitió con un descaro y desafío sin límites, porque días, meses y semanas antes, la opinión pública manifestó su rechazo al “honesto” TSE por permitir, en su momento que tal panda de inadecuados o no idóneos llegaran a diputados. Pero todo fue en vano. El TSE hizo lo que le dio su regalada gana igual que cuando resolvió la inscripción de Thelma Aldana -que tenía finiquito- y el TSE se lo quitó por orden de quien aquí todavía estamos soportando como Presidente que ya podríamos llamar de facto.
Bueno pues estimado lector, envueltos en ese carnestolenda política en la que el destino aciago e infausto (como decía los antiguos griegos) no revuelca y no restriega cruel mediante distintos casos ácidos y cruentos como los que ya medio dije en volandas arriba, hemos descuidada la última de la hepáticas –como siempre- reacciones de Donald Trump, cuyas postreras reacciones nunca predeciremos porque es el hombre que tiene plan A, B y todas las letras del abecedario y que es difícil que alguien le salga adelante porque él siempre va a la vanguardia sobre todo del mal: el gringo muele fino.
Por más que lo niegue el pobre señor que dirige el Ejecutivo, la suerte estaba echada y el tercer establo “seguro” un negocio cerrado. El Jimmy ya tenía todas sus maletas hechas para pasar el fin de semana a lo emir de las mil y una noche de parranda y presentarse el lunes a firmar el inconveniente e improcedente contrato bilateral, cuando, de pronto la CC –como es normal, nada del otro mundo tenía que pensar, dijo que tal decisión es potestad del Congreso. Pero Donald que se las sabe todas de todas ya tenía su plan B, gracias me imagino a un excelente cuerpo de asesores y de su embajador en Guatemala el Sr. Arreaga.
¡Y a esto quiero llamar la atención! Donald enfureció, nos quitó otros 40 millones pero puso un nuevo requisito para solicitar asilo en EE. UU. que se suma a los cinco anteriores y que si lo leemos con serenidad y atención, veremos que solo le da taimada y aberrada vuelta a los hechos. Y al pedir ese nuevo requisito hace y define a Guatemala como el país donde hondureños, salvadoreños y de otras nacionalidades tendrán que solicitar un “primer asilo” y Guatemala tendrá o no que otorgárselos. Pero mientras se los otorga, esa inmensa población semi hambrienta o hambrienta tendrá que esperar la concesión de su asilo guatemalteco. Y aquí lo grave: podría decir Trump: si ya tienen asilo político de Guatemala ya no necesitan el de Estados Unidos. Así que no califican.
Por último, el Ejecutivo podría desafiar al Legislativo firmando de todas maneras el tratado. Ya lo hizo con el caso de la CICIG y la CC. Estados Unidos no permitiría por lo mismo aquí un golpe de Estado, a menos que para recompensar por algo al Jimmy. Además, el Congreso como siempre podría ser objeto de sabrosas coimas para legalizar el asunto. No se crean (algunos ingenuos lectores) que la cosa del tercer corral inseguro ha terminado. Sólo comienza. En este país la costumbre es saltarse las trancas y en eso son especializados todos los equinos políticos.